El pasado sábado fue la cita
ineludible con la tercera edición, experiencia en directo, del asentado
Festival promovido por la asociación turolense Sonicarte, sonidos contemporáneos art rock de Teruel, una iniciativa inusual
en este país que, unida a la de los navarros Minnuendo, supone una reunión
obligada y programada con periodicidad con el progresivo en este país.
Sonicarte, con poco más de un año
de existencia, ya ha programado tres festivales, al margen de otras iniciativas
loables, como han sido la proyección Un
Viaje de un Prog o la inclusión, dentro de su gira europea, de los
franceses experimentales Lizzard como actuación previa al III Sonicarte. Además, ya han pasado por las tablas de ese escenario idílico
que es el cine Maravillas, los talentos de Kai Mars, Eric Baule, Glazz y Jorge
Salán.
Para este tercer evento, la
asociación echó la casa por la ventana y anunció un cartel sumamente apetecible de rock
progresivo español con representantes de distintas tendencias. Por un lado
estarían los castellonenses Dry River, a los que seguirían Cheeto's
Magazine de Barcelona, cerrando unos jovencísimos murciano-madrileños Pervy
Perkin. Un trío de espadas, con mayor o menor empaque, pero con una ilusión por
su trabajo al cien por cien, tal y como se vería refrendada en el marco de
este, ya experimentado, festival.
Tras las innumerables horas de
prueba de sonido, todo tenía que salir perfecto, como en realidad sucedió, y
con un pequeño retraso en la programación totalmente aceptable y esperable,
salieron a darlo todo Dry River, un grupo que se mostró profesional, afable, próximo
y con una factura deliciosa. Fueron ellos quienes supieron, y de qué forma,
animar al respetable que asistía cómodamente sentado en su butaca, logrando que
se levantara y fuera auténtico partícipe de la banda, dando como resultado una perfecta comunión entre música, espectáculo y esa teatralización de su función, apoyado por sus dos animadores, que aún consiguieron ensalzar más, si cabe, la representación con su buen sentido del humor y su buen
quehacer a la hora de ser enlaces entre músicos y espectadores. Meted en un
frasco a Dream Theater, Deep Purple, Tubes, Queen, Asia o Genesis, agitadlo y
tendréis a Dry River en estado puro repasando temas de su último álbum, Quien Tenga que Decir... que Calle para Siempre,
con algún aporte de su debut de 2012, El
Circo de la Tierra, en una actuación que si tuvo algún pero fue la
brevedad de su exposición: una hora escasa. El tiempo manda.
En segundo lugar actuaron una de
las revelaciones de 2014, Cheeto's Magazine, de los que, personalmente, espero
una continuación cuanto antes de esa maravilla con la que debutaron, Boiling Fowls. El quinteto de Barcelona
realizó un concierto con una exposición de cualidades envidiable y con un
sentido del humor característico, aunque a veces pueda parecer un tanto
histriónico. Su actuación fue perfecta y el nivel instrumental de esta banda está por encima de toda media actual. Impresionantes instrumentistas,
cualquiera de ellos, supieron deleitarnos con ese sonido sinfónico que se puede parangonar, sin ningún tipo de complejo, a propuestas americanas que provienen de
la mano de Neal Morse y sus Transatlantic, por ejemplo. El transcurso del concierto, pese a
esas trazas anárquicas, se sucedió de manera milimétrica, con gran pasión en su
desarrollos, cerrando su gloriosa actuación con esa colosal en todos los sentidos suite que es "Nova
America". Aplastantes.
Cerraron la noche los más
jóvenes, pese a tener publicados ya dos álbumes, Ink (en formato doble) y ToTeM,
con su música experimental, excesiva a veces, que es una auténtica mezcla de
rock espacial, progresivo clásico y, en muchos momentos, krautrock alocado, con
desarrollos especialmente densos que dejan perplejo al oyente. Sonido brutal,
rupturas de ritmo por doquier y ganas, muchas ganas. Pervy Perkin van madurando
en sus discos, aunque se les ve, y esto es una apreciación puramente personal,
demasiado jóvenes en sus directos. Lo cual no es una crítica, ya que añade
frescura y desenfreno que, eso sí, necesita irse canalizando con su lógica evolución.
Y así, se terminó esta tercera
edición, aunque ya en la mente está la próxima, que llegará con novedades,
jugosas novedades, porque estas cabezas pensantes que dan forma a Sonicarte son
auténticos enamorados, no ya de un estilo musical, sino de una auténtica
declaración: comunicación, el dar el todo por el todo sin esperar nada a
cambio, el riesgo de quien hace de su pasión una forma de vida, en definitiva,
el amor al Arte por el Arte.
Una experiencia única. Larga vida
a Sonicarte.
FOTOGRAFÍAS DE LOS GRUPOS: JAVIER REMACHA
Gracias por la crítica que comparto totalmente. Un abrazo.
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