domingo, enero 26, 2020

COMPUTERCHEMIST: THAT WHICH PREVAILS (2020, DAVE PEARSON)



COMPUTERCHEMIST: THAT WHICH PREVAILS (2020, DAVE PEARSON)
    
  1. The circumstances beyond one's control
  2. Time is a great healer (parts III-IV)
  3. That which prevails   
  4. A Dali-esque dreamer 10:34 
  5. The end of times 11:31

Dave Pearson: Teclados, bajo y guitarra eléctrica, secuenciadores y programación de batería
Zsolt Galántai: Batería en 3
 
El problema de publicar un trabajo tanto a finales de año como a principios del mismo es que corren el peligro de olvidarse bien por tardíos bien por tempraneros. No obstante, la calidad de algunos de ellos supone que no puedan ser desterrados de nuestras cabezas no en uno sino en varios años. Este es el caso del nuevo trabajo del sintetista británico asentado en tierras magiares, Dave Pearson.
No hace mucho, allá por el mes de marzo del año pasado, Computerchemist publicó su excelente, emotivo y artesano Volcan Dreams, un ejercicio generoso a partir de teclados analógicos por recuperar aquel espíritu setentero de lo que se dio a conocer como la Escuela de Berlín. Pero puedo asegurar, tras las ininterrumpidas escuchas de esta maravillosa obra que estrena el 2020 que estamos ante un ejercicio esencial de simbiosis progresiva y escuela de altos vuelos electrónicos espaciales.
Este That wich Prevails se desvela como un artefacto melódico con estructuras complejas que oscilan entre las esencias floydianas, tanto en los desarrollos lánguidos y extensos hasta el infinito como en las guitarras gilmourianas, y las pautas estratosféricas establecidas por aquel trío inmortal que estaba compuesto por Franke, Froese y Baumann.
Y es que a los inteligentes recorridos secuenciados, se les unen melodías exquisitas llenas de texturas maravillosas y cálidas que engrandecen ese universo creado por Pearson. Además, se revela, como en trabajos anteriores, totalmente recomendados, como un estupendo, técnico, templado y pleno de aliento guitarrista que sabe, como pocos, desarrollar prolongados y melancólicos espacios de belleza inagotable.
Destacar temas sería un pecado puesto que el álbum es redondo de principio a fin ya que desde un constante flujo de ideas, la música se va haciendo cada vez más inmensa, como si se tratara de la construcción de una catedral sonora destinada a permanecer firme con el transcurso de las edades.
Obra maestra del progresivo con marcados tintes electrónicos y sinfónicos, el álbum que nos ocupa será uno de los mejores publicados por nadie en su género y servirá de referencia para esta década, y posteriores, me atrevería a afirmar, como ejemplo de composición melódica, ejecución cuasi angelical e inteligencia creativa: un disco entrañable, acogedor, lleno de esencias y sentimiento. Un doce sobre diez. 

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