En febrero de 1970, King Crimson
alcanzó la mejor posición que un álbum suyo haya podido lograr en las listas
de éxitos y ventas. Evidentemente, correspondió a su primer trabajo, que alcanzó
el puesto número 28 (hablo de las listas británicas) y supuso una nueva visión
del rock hasta entonces.
El cofundador, Greg Lake, ha
dicho en una entrevista para el medio Something Else!, al respecto que: “En King
Crimson no había nada de blues. No había ninguna influencia que proviniera de
América. Mientras que en todas las otras bandas de la época podías ver que sí
tenían esas influencias. Éramos muy europeos y peculiares.”
In the Court of the Crimson King
incluía el único tema que alcanzó puestos en las listas, “The court of the
Crimson King”, un ejercicio de mellotrón de puro rock progresivo, como se
denominó más tarde, o de art rock, como prefiráis. Fue el punto culminante de
un álbum de cinco temas compuesto por Robert Fripp, Michael Giles, Greg Lake e
Ian McDonald que buceaba entre la música clásica, el jazz y las influencias
europeas, aunque entonces se le presuponía como un disco de rock post psicodélico.
Las eternas etiquetas.
Lo más interesante de aquel nuevo
grupo fue el modo en que se reunieron distintos músicos de variados orígenes
musicales, que dieron luz a un trabajo producto de la unión de sus fuerzas: “Se
aferraba al rock’n’roll, por decirlo de algún modo, pero, en realidad, mientras
yo crecí en un ambiente de rock’n’roll, Robert e Ian y Michael no lo hicieron
en absoluto. Así que cuando nos unimos fui yo quien, en verdad, cambió al
grupo. Antes, se les llamó Giles Giles and Fripp. Tú no quieres escuchar ese
disco, sinceramente. Es ofensivo. ¡Realmente lo es! Compusieron canciones humorísticas
sobre gente parapléjica. ¡Era horrible! Era una especie de grupo de humor, una
banda de comedia musical de alta calidad. E iban a ser despedidos del sello
discográfico. Ahí es cuando yo entré en escena y lo cambié todo. Eran, eso sí,
unos grandísimos músicos. Se adaptaron y nos convertimos en una banda de rock.”
Aunque en King Crimson sólo
estuvieron juntos menos de un año, Lake y Fripp eran viejos conocidos y proporcionaron
una simbiosis musical intensa que sirvió para la fundación de la banda. Eso es,
según palabras de Lake, lo único que hizo a esta primera formación del grupo
algo tan especial: “Yo podía tocar todo lo que él tocara. Ambos sabíamos de dónde
venía todo. Otro de los componentes, el saxofonista y multiinstrumentista Ian
McDonald, nunca había estado en un grupo de rock. Provenía de la sección de
metales de una banda militar. Era un excelente músico, por supuesto, pero no
tenía, en absoluto, ninguna experiencia real con el rock’n’roll. Lo que tenía
era un profundo conocimiento musical, un gran sentido de la música orquestal. Finalmente estaba
Michael Giles, el batería, que era simplemente un extraordinario ser humano. Cuando
conoces a Michael es como si volvieras a 1910 o 1920. Es así en verdad. Todo en
él es de época. Es como un personaje de Gatsby, un hombre muy dulce… Todas
estas cosas son lo que construyeron definitivamente la banda. Quizá ahora
puedas entender porqué la música es como es. Esa es la razón por la que todo
estaba tan fuertemente construido, pero por lo que era, también, tan inusual.”
De todos modos, como muchos de
vosotros ya sabéis, esta formación no duraría mucho. Michael Giles e Ian
McDonald se fueron a los pocos meses de publicarse el disco, aunque Giles si
estuvo en el siguiente, In the Wake of Poseidon. Greg Lake se marchó tras el
proyecto de 1970 para cofundar Emerson, Lake & Palmer, y Robert Fripp todavía
dirige King Crimson, en mil y una reediciones, desde entonces.
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