El álbum, lanzado el 19 de noviembre de 2024, es una obra maestra que transporta al oyente a la esencia del rock progresivo de los años 70. Desde los primeros acordes de "Oh Lord", la banda bilbaína nos sumerge en un viaje sonoro de más de diez minutos, donde los teclados de Elis Casado y la guitarra eléctrica de Miguel Ramírez se entrelazan en una danza hipnótica. La sección rítmica, compuesta por Mortensen Rik en el bajo y Ricar Fernández en la batería, aporta una base sólida que sostiene la complejidad melódica de la pieza.
El segundo tema, "Green and watery", nos envuelve en una atmósfera más introspectiva. Aquí, los elementos de jazz y rock se fusionan de manera sublime, creando paisajes sonoros que evocan imágenes de vastas extensiones acuáticas y cielos nublados. La destreza instrumental de la banda se hace evidente en cada compás, demostrando una cohesión y madurez artística que cautiva y emociona.
La joya de la corona es, sin duda, "Return to Karnak 9" (el título ya da pistas más que claras de qué senderos intrincados recorre este fenomenal combo), una extensa y emotiva suite que cierra el álbum. Dividida en nueve movimientos, esta composición épica nos lleva por un recorrido lleno de cambios de tempo, dinámicas y texturas sonoras que mantienen al oyente en vilo. La narrativa musical aquí es poderosa, contando una historia sin palabras que resuena en lo más profundo del alma.
Dystopika no es solo un tributo al legado del rock progresivo, desde ELP hasta Pink Floyd o Eloy, sino un faro encendido en la vastedad del tiempo, una obra que respira con vida propia. Moon Cluster ha tejido un tapiz sonoro donde cada nota es un latido, cada compás un eco de genialidad. Escucharlo no es solo un acto, sino un viaje iniciático: con cada repetición, emergen nuevos paisajes, texturas ocultas y destellos de una belleza inagotable. Es un álbum que no se consume, sino que crece, se expande y nos envuelve en su hechizo, invitándonos a perdernos en su inmensidad una y otra vez.
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