TRIANA: HIJOS DEL AGOBIO (1977, MOVIEPLAY-GONG)
Temas:
- Hijos del agobio 5:18
- Rumor 3:20
- Sentimiento de amor 5:32
- Recuerdos de Triana 2:50
- Ya está bien 3:12
- Necesito 4:04
- Sr. Troncoso 3:28
- Del crepúsculo lento nacerá el rocío 5:50
Músicos:
Jesús de la Rosa: voz, teclados y
guitarra en 7
Juan José Palacios, Tele:
batería, percusión, efectos especiales, Moog en 4
Eduardo Rodríguez Rodway:
guitarra, voz en 8 y coros en 1 y 7
Músicos colaboradores:
Antonio Pérez: guitarra eléctrica
Manolo Rosa: bajo y guitarra
española en 8
Enrique Carmona: introducción a
la guitarra en 8
Miguel Ángel Church: coros
Y el rock andaluz se hizo adulto.
Con este segundo trabajo de los pioneros Triana, el sinfonismo de las
composiciones fue engrandeciendo un movimiento que hacía afines tradición y
rock. Quizá no tuviera la frescura y originalidad del denominado El Patio, quizá se perdió esa amalgama
de palos flamencos y fusión con lo genuinamente autóctono, pero se ganó en
calidad interpretativa y solidez compositiva. En definitiva, el guión que marcó
Triana fue absorbido por multitud de grupos que florecían en el sur y
reivindicaban un sonido muy localizado, que evolucionó, poco a poco, con el
transcurso del tiempo, prácticamente hasta la actualidad. Pero, para mí, el
rock andaluz nació y murió con el trío sevillano que nos ocupa. Después, el
género se fue, paulatinamente, adaptando a las tendencias que iban marcando las
modas y los géneros.
Hijos del Agobio marca un punto de inflexión para lo que va a ser
el posterior trabajo de Triana como grupo, que evolucionará a posturas que
renuncian a las premisas establecidas en su primer trabajo, irrepetible en la
música española, para intentar retomar el rumbo, en Llegó el Día, marcado por este disco que estoy comentando. Creo
rotundamente que De la Rosa
estaba apostando fuertemente por una renovación arriesgada del género… Pero
nunca lo sabremos con certeza.
Pese a no ser un teclista
virtuoso, Jesús supo paliar sus carencias con una exposición de complejos
arreglos bajo límpidas melodías y creó ambientes, en su mayoría sobrecogedores,
por su profunda emotividad, principalmente alimentados por la duda, la
esperanza y la nostalgia. Pero también supo dar rienda suelta a la alegría y la
belleza, la hermosura. La gente, de la que se alimentaba por su carácter humano
y abierto, le sugirió creaciones de hondo calado social, como “Rumor”, “¡Ya
está bien!” o “Sr. Troncoso”, y de marcado sentimiento emotivo, “Sentimiento de
amor” o “Necesito”.
El sonido se engrandeció en la
base gracias a los teclados y los primeros usos considerables de Moog, pero
nada hubiera sido coherente sin el ritmo que sabiamente marcaba Tele Palacios, que rendía constantes
tributos rítmicos a la tierra del sur, o el ciclópeo esfuerzo de un Eduardo
Rodríguez que, armado tan solo con una guitarra flamenca, aportaba la mayor
parte del sabor andaluz de las composiciones.
Derroche interpretativo,
sinfonismo descarado, folclore en pura esencia, poesía en la música, lírica en
las letras. Humildad, constancia y trabajo. Así es ese hermoso e infinito Hijos del Agobio, todo un tributo a una
generación.