EIEMEL (2019, AUTOPRODUCIDO)
Capitulo 1
- M.o.r 1:47
- Cenit 3:45
- Plan B 6:04
- Ave de Paso 8:44
- Aqueronte 4:11
- Ojala la lluvia te acercara hasta mi 5:19
- Homeless 5:19
Capítulo 2
- Chaotic Laws 6:33
- Mala Sangre 5:27
- In full swing 5:28
- Parece que fue ayer 3:32
- I'd do it all the same 4:35
- Temblor 8:52
- Arrullo 2:59
Ariel Martín Loza: voz principal
y coros (3,5,7,9), bajos (2-13), teclados (1-14), guitarras (1,2,4-6,8,10-14), programación
(11,12), percusión (11), arreglos orquestales (14) y composición.
Colaboradores:
Federico Silva: guitarras (3).
Daniel Mistretta: guitarras (7).
Rodrigo San Martín: guitarras
(9,13).
Yamil Mohadile: trombón, arreglos
de metales (10).
Bruno Lazzarini: trompetas (10).
Las Gaitas Asesinas San Virulais:
gaitas (11).
Luisina Pérez: flauta (11).
Inés Garrocq: flauta (13,14).
Ariel Aguilar: bandoneón (12).
Iván Louro: batería (2).
Damián Luscher: batería (3,7).
Álvaro Manzanero: batería
(4-6,8,10,12,13).
Martín Blengino: batería (9).
Hay veces, porque así lo dicta el
destino, la emoción llega a inundar a uno con esa sensación de bienestar, de
alegría, de lirismo y de impulso vital que te hace navegar por las distintas
etapas positivas que conforman el estado personal. Esto que trato de definir
aquí es la disposición, tanto del espectador como del artista creador, al
enfrentarse a este magnífico trabajo de exclusivo rock progresivo. Y es que
Ariel, anterior bajista de los queridos Láquesis, en un recorrido musical
eminentemente personal e introspectivo, desgrana una serie de temas dirigidos a
introducirse en lo más profundo del oyente, mediante un lenguaje directo,
insisto, emotivo y ejecutado no sólo con técnica envidiable, sino con una alta
dosis de sentimiento.
Bajo estructuras decididamente
progresivas y sinfónicas, el álbum trascurre como fluye un río: desde su
nacimiento hasta su desembocadura. Y en su recorrido no importa que se vea
impregnado de elementos folcloristas o populares porque el músico, que nos
ofrece parte de su vida, nos regala a su vez momentos personales que han ido
sucediendo en su estado de ánimo. En este caso, el mayor logro, además de la
ejecución, es haber sabido diseñar ese transcurso fluido lleno de momentos
esenciales en lo anímico y musical, quedando totalmente expuesto ante el
público. El artista se ha desnudado ante nosotros y nos ofrece parte de su
vida, de su experiencia, de su ánimo, con honestidad y sin ningún atisbo de
autoindulgencia.
Estamos ante un disco directo,
inmenso, evidentemente pensado (como todo objeto de creación), pero sin
ejercicios artificiales: un disco que es imposible que no conmueva al oyente
que, casi de forma inmediata, se ve implicado en este relato de sensaciones y
experiencias personales que el autor, desde su propia inquietud, provoca a la
participación del receptor en un intento fático de comunicación entre ambas
partes.
Gran disco, auto producido, lleno
de virtudes y apasionante que, de haberse revelado décadas antes, sería uno de
los trabajos indispensable no sólo del rock nacional progresivo argentino, sino del
universal.