martes, diciembre 31, 2024

KARL MARX WAS A BROKER: MONOSCOPE (2016)

 


Monoscope (2016) se presenta como una obra profundamente atmosférica que mezcla el post-rock, la electrónica experimental y el minimalismo, con toques de rock progresivo que enriquecen su propuesta. Karl Marx Was a Broker logra crear paisajes sonoros expansivos, equilibrando momentos introspectivos con dinámicas poderosas que invitan a una experiencia auditiva inmersiva y transformadora.

El álbum se nutre de una variedad de influencias, desde el krautrock de Can y el ambient de Eno hasta el espíritu exploratorio del rock progresivo vía King Crimson. Las estructuras complejas y la atención al detalle en la producción aportan una calidez orgánica que contrasta con su estética vanguardista. Este enfoque permite que la música evolucione de manera casi narrativa, jugando con texturas, ritmos y contrastes para mantener al oyente cautivado.

En su esencia, Monoscope es un homenaje a la capacidad transformadora de la música experimental y progresiva. Karl Marx Was a Broker demuestra una sensibilidad artística excepcional al crear una obra que demanda atención y recompensa con cada escucha, consolidando a la banda como una fuerza creativa en la música contemporánea.

TERRA NOVA (1980)

 


En el panorama del rock progresivo de finales de los 70 y principios de los 80, Terra Nova fue un proyecto breve pero ambicioso, surgido como una suerte de "nueva Earth Band". Fundada tras la disolución temporal de Manfred Mann's Earth Band en 1978, la banda estuvo liderada por dos pilares del grupo original: Chris Slade (batería) y Colin Pattenden (bajo), quienes se unieron a Pete Cox (voz), Chris West (guitarra) y Roy Shipston (teclados). Terra Nova se mueve por terrenos progresivos, heredando elementos característicos de la Manfred Mann's Earth Band, tales como el uso de sintetizadores y estructuras complejas. Sin embargo, también incorpora influencias de hard rock y elementos melódicos que aportan accesibilidad a su propuesta.

El álbum homónimo fue grabado en los Rock City Studios de Shepperton y en sus presentaciones en vivo, la banda no sólo interpretó temas propios, sino que también rindió homenaje a la Earth Band al incluir algunas de sus canciones en el repertorio. Sin embargo, la falta de éxito comercial y la partida de miembros clave, como Roy Shipston, marcaron el declive del grupo poco después de su formación.

A pesar de su corta existencia, Terra Nova dejó una huella interesante en la historia del rock clásico y progresivo. Si bien el álbum se está haciendo difícil de encontrar hoy en día, merece la pena buscarlo como una pieza perdida del árbol genealógico de la Earth Band. Terra Nova representa un capítulo efímero pero significativo para los seguidores de la Earth Band y del rock progresivo en general.

lunes, diciembre 30, 2024

MICHEL HUYGEN: PLACEBO (2002)

 


Con Placebo, Michel Huygen entrega un álbum audaz que redefine su enfoque electrónico. Alejándose de lo etéreo y trascendental, esta obra se centra en el ritmo y la energía, ofreciendo una experiencia vitalista que inyecta dinamismo en el oyente. Desde los primeros compases, queda claro que este no es un álbum contemplativo, sino una celebración del movimiento y la acción.

El disco destaca por su sonido sólido y envolvente, con elementos que parecen moverse a nuestro alrededor, como si fueran tangibles. Los ritmos pulsantes y las líneas de bajo potentes marcan el tono, mientras los efectos electrónicos no solo adornan las melodías, sino que se integran como una parte esencial del tejido sonoro. Cada detalle está diseñado para conectar directamente con los sentidos, generando una atmósfera casi física.

Huygen demuestra aquí que la evolución no está reñida con la coherencia artística. Placebo es dinámico y, sobre todo, diferente, pero no pierde la esencia que lo define como uno de los nombres más creativos de la música electrónica.

RICK WAKEMAN: PIANO ODYSSEY (2018)

 


En Piano Odyssey, Rick Wakeman ofrece una obra que se siente tan majestuosa como íntima, un testimonio de su maestría al piano. El álbum combina interpretaciones profundamente personales de clásicos como "Bohemian Rhapsody" y "While my guitar gently weeps", con arreglos de piezas tradicionales y composiciones originales. En esta ocasión, Wakeman refina su enfoque minimalista, dejando que el piano ocupe todo el escenario, despojando cada nota de ornamentos innecesarios para revelar su núcleo emotivo. Hay algo casi confesional en su interpretación, como si el virtuoso teclista de Journey to the Centre of the Earth y The Six Wives of Henry VIII se hubiera retirado al estudio para contar sus historias más personales.

Comparado con otros trabajos de Wakeman al piano, como Piano Portraits (2017), este Piano Odyssey se siente más arriesgado y dinámico, aunque mantenga un hilo conductor similar en su sencillez y elegancia. Mientras Piano Portraits exploraba una serenidad introspectiva, Piano Odyssey da un paso adelante con su audaz selección de temas y un enfoque más cinematográfico, evocando paisajes sonoros que recuerdan su trabajo como compositor para bandas sonoras. La calidad técnica es innegable, pero no es la técnica lo que sobresale, sino la humanidad detrás de cada interpretación. Wakeman demuestra aquí que, incluso después de décadas de innovación, sigue evolucionando como artista.

Desde la perspectiva de su trayectoria discográfica, este álbum funciona como un testimonio de la flexibilidad de Wakeman. Si en los años 70 definió el rock progresivo con Yes y sus propias epopeyas conceptuales, aquí nos recuerda que su esencia como músico siempre ha sido la conexión emocional, ya sea a través de sintetizadores Moog o del más acústico piano de cola. Wakeman demuestra que mirar hacia atrás no implica repetir, sino reinterpretar, y que la verdadera genialidad reside en nunca perder la capacidad de sorprender, incluso con algo tan simple y puro como un piano.

domingo, diciembre 29, 2024

JON AND VANGELIS: PAGE OF LIFE (1991)

 


A lo largo de los años, Jon Anderson y Vangelis Papathanassiou han tejido una colaboración musical única, un diálogo íntimo entre las inquietudes cósmicas de Anderson y los paisajes sonoros electrónicos de Vangelis. Su discografía previa, con gemas como Short Stories (1980), The Friends of Mr. Cairo (1981) y Private Collection (1983), estableció un equilibrio singular entre el lirismo casi místico de Anderson y el genio compositivo de Vangelis.

Centrándonos en el caso que nos ocupa, a pesar de sus momentos brillantes, el álbum resulta desigual en su conjunto. Canciones como "Jazzy box" parecen alejadas de la narrativa espiritual que caracteriza a Jon and Vangelis, revelando una cierta desconexión creativa que puede haber influido en el resultado final. Este contraste refleja quizá las tensiones de una colaboración que estaba llegando a su fin, como lo demuestra el hecho de que Vangelis se distanció de esta edición y lanzaría años después una versión alternativa más acorde con su visión personal.

Page of Life es, en última instancia, una mezcla de luces y sombras. Es un testimonio de una colaboración que, incluso en su etapa más titubeante, todavía tenía algo profundo que ofrecer. ¿Recomendado? Para los fanáticos acérrimos, sin duda; hay destellos suficientes de su grandeza pasada para justificar una escucha. Para el oyente casual, quizás sea más sensato comenzar con sus obras previas, donde el brillo del dúo está en plena forma. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

AMAROK: SOL DE MEDIANOCHE (2007)

 


Amarok nos invita a un viaje sonoro fascinante donde el folk progresivo y las influencias de la world music se entrelazan en un diálogo armónico. Desde los primeros compases, el disco despliega una riqueza instrumental que combina flautas, mandolinas, percusiones étnicas y sintetizadores, creando paisajes sonoros de una belleza hipnótica. Comparado con referentes del género como Gryphon o The Incredible String Band, Amarok opta por un enfoque más contemplativo y melódico para profundizar en la creación de atmósferas mágicas y evocadoras.

En el contexto de su trayectoria, este disco en su momento supuso un hito de madurez para Amarok, alcanzado tras años de exploración musical. A diferencia de trabajos anteriores como Gibra’ara (2005), donde predominaba un enfoque más experimental, aquí encontramos una cohesión y un propósito narrativo claros. Las influencias celtas, mediterráneas y orientales no solo conviven, sino que dialogan de manera natural, construyendo un lenguaje único que confirma a Amarok como una de las propuestas más originales y sólidas del panorama progresivo español.

Sol de Medianoche destaca por su capacidad para emocionar y conectar a nivel profundo con el oyente. Frente a bandas como Iona, Amarok presenta un álbum con una profundidad y una carga emocional que lo hacen inolvidable. Es una obra que trasciende géneros y épocas, celebrando la diversidad y la universalidad de la música como lenguaje sonoro único, donde lo ancestral y lo actual se encuentran en perfecta armonía.

sábado, diciembre 28, 2024

JOHN WETTON: BATTLE LINES (1994)

Pocos artistas aúnan con tanta elegancia la melancolía y el poder emocional de su época como John Wetton, y Battle Lines es un testimonio de su inconfundible arte. Conocido, sobre todo, por su trabajo en King Crimson, UK y Asia, este álbum marca un momento reflexivo y profundamente personal en su carrera. Esta joya de álbum refina su propuesta con un sonido cálido y pulido, contrastando con los paisajes progresivos más desafiantes que definieron sus primeros días. Aquí, Wetton parece mirar hacia atrás y hacia adentro, como un veterano musical que busca nuevas formas de contar sus historias de amor, pérdida y redención.

Hay ecos del rock progresivo, pero estos están suavemente destilados en baladas y canciones accesibles. Con producción de Ron Nevison, el álbum adopta una estética que quizás podría alienar a algunos puristas del prog, pero que se adapta perfectamente a la riqueza melódica y al lirismo directo de Wetton. Temas como "Battle lines" y "Hold me now" brillan con la intensidad emocional de un hombre que ha vivido tanto como ha soñado, canalizando esas experiencias en composiciones que oscilan entre lo majestuoso y lo desgarrador.

Sin embargo, lo que realmente eleva este álbum es la voz de Wetton: resonante, vulnerable y absolutamente honesta. Es una voz que lleva consigo los ecos de una generación. Su interpretación en Battle Lines tiene una gravedad que exige atención, incluso en sus momentos más sobrios. No será un disco que desafíe o rompa moldes como los de su juventud, pero es un recordatorio conmovedor de por qué el añorado John Wetton sigue siendo una figura tan querida e influyente en el mundo de la música. En pocas palabras, Battle Lines es un álbum que habla con el corazón y esa es, quizás, su mayor fortaleza.

WICHWOOD: HANDFUL OF STARS (2016)


En Handful of Stars, Witchwood amplía los horizontes trazados en su álbum debut, Litanies from the Wood, demostrando una madurez musical palpable y un enfoque aún más afinado hacia la tradición del rock progresivo y psicodélico. Mientras que Litanies evocaba una conexión terrenal, casi mística, con sus raíces folk, Handful of Stars se aventura más allá, explorando un sonido más expansivo y celestial, que hace honor a su título. Las composiciones son más audaces, con estructuras que fluyen como ríos serpenteantes, entrelazando pasajes melódicos con momentos de poderosa intensidad instrumental. Esta progresión no es sólo técnica, sino emocional: Witchwood ahora parece hablarle tanto al espíritu humano como a la naturaleza misma.

Comparado con los gigantes del género, como Jethro Tull o Uriah Heep, este álbum se posiciona con un respeto reverencial hacia sus influencias sin caer en el mero pastiche. En temas como "Like a giant in a cage", las líneas de guitarra recuerdan el virtuosismo lírico de Wishbone Ash, mientras que los arreglos de flauta y teclados coquetean con los paisajes sonoros de Camel. Sin embargo, Witchwood mantiene su identidad, con una producción que logra equilibrar una calidez analógica con un enfoque moderno y limpio.

Si el primero de los italianos era una ofrenda a las raíces del bosque, este segundo se eleva hacia los cielos, abrazando un lirismo más cósmico y universal. Los textos ahora no sólo narran historias, sino que invitan a la reflexión sobre la pequeñez del ser humano ante el vasto cosmos. Es un álbum que acepta con orgullo la comparación, mientras demuestra una identidad clara y la audacia de trazar su propio rumbo. Con su mezcla de lo antiguo y lo novedoso, Witchwood ha logrado crear un puente entre generaciones de oyentes, destinado a resistir el paso del tiempo.

TRAFFIC (1968)


El segundo álbum de Traffic, homónimo y lanzado en 1968, es una obra de madurez que captura a la banda en un momento crucial de su evolución. Si Mr. Fantasy era una explosión juvenil de psicodelia, Traffic encuentra al grupo explorando un rango más amplio de sonidos, desde el soul introspectivo de “No time to live” hasta el contagioso optimismo de “Feelin’ alright?”. En un año plagado de experimentación musical, Traffic logra algo especial: un disco que, sin ser abiertamente radical, se siente profundamente innovador en su equilibrio entre la improvisación y el refinamiento preciso, recordando a los trabajos contemporáneos de Procol Harum y Jethro Tull, aunque Traffic logra un sonido distintivo que nunca parece derivado.

La dinámica interna del grupo es el corazón del álbum. Steve Winwood aporta su característico tono vocal y un virtuosismo que permea cada rincón de las canciones, mientras Chris Wood teje líneas de flauta y saxofón que otorgan al disco un aire pastoral. Dave Mason, con su enfoque más directo, añade contraste con composiciones como “You can all join In”. El álbum fluye con una cohesión que lo coloca junto a trabajos de la época que recuerdan el enfoque expansivo de bandas como The Band en Music from Big Pink o los momentos más pastorales de Cream en Wheels of Fire.

Traffic es, en muchos sentidos, un puente. Entre el pop psicodélico de su debut y la sofisticación del posterior John Barleycorn Must Die, este álbum muestra a la banda explorando la interacción entre el rock, el jazz y las raíces folk. Hay honestidad palpable en los temas, una sensación de que cada miembro está completamente entregado al momento. Es, en definitiva, un álbum que revela más matices con cada escucha y que captura de manera brillante el espíritu explorador de finales de los sesenta.

viernes, diciembre 27, 2024

BRIAN AUGER'S OBLIVION EXPRESS: KEYS TO THE HEART


Es una delicia para los aficionados al jazz, el soul y el groove que han seguido a Brian Auger a lo largo de su ilustre carrera. Keys to the Heart es un álbum que vibra con la energía característica de Auger, entrelazando su dominio del órgano Hammond con una sensibilidad contemporánea que, sin embargo, honra sus raíces. El álbum está impregnado de una calidez casi palpable, como si Auger estuviera tocando directamente desde su salón para una audiencia íntima. Auger parece haber encontrado un equilibrio entre el virtuosismo y la emoción pura, entregando un trabajo que resulta tan inspirador como accesible.

En comparación con sus primeras obras con Oblivion Express en los años 70, como Second Wind o Closer to It!, este álbum adopta un enfoque más intimista. Mientras que aquellos discos eran explosiones de fusión jazz-rock con una intensidad casi febril, Keys to the Heart se disfruta como un reflejo de un hombre más asentado, pero no menos apasionado. La conexión espiritual que Auger tiene con su música sigue siendo evidente, pero aquí se manifiesta con un enfoque menos agresivo y más contemplativo.

Siendo alguien que durante décadas fue motor para la innovación musical, Auger demuestra aquí que no es sólo un maestro de su instrumento, sino también un intérprete de emociones humanas, cuyo virtuosismo sirve más como un vehículo para la narración emocional que como un fin en sí mismo. Para los que han seguido su trayectoria, este álbum es una prueba de que Brian Auger sigue evolucionando. Es un disco que no solo se escucha, sino que se siente, y eso es lo que hace que Auger siga siendo tan relevante como siempre.

SYNDONE: SPLEEN (1992)


El debut de los italianos, que merecería más reconocimiento por la comunidad progresiva, es una obra que destila una intensa admiración por el legado del progresivo de los años 70 arraigado en las tradiciones italianas de los años setenta, como Premiata Forneria Marconi o Banco del Mutuo Soccorso, pero con un enfoque contemporáneo para su época. Además, desde la primera nota, el espíritu de Keith Emerson parece habitar cada rincón de esta producción, con su característica mezcla de virtuosismo en los teclados, estructuras complejas y una exuberancia casi teatral.

Las influencias en Spleen son evidentes, pero nunca abrumadoras. Más allá de Emerson, se escuchan ecos de Gentle Giant y Genesis, aunque con una instrumentación menos convencional. Syndone prescinde de la guitarra eléctrica como protagonista, apostando por un enfoque en los teclados y el vibrante uso del Moog, Hammond y piano clásico, lo que le da al álbum un sonido singular dentro del prog de los 90, oscilando entre la grandilocuencia épica y momentos de calma interior. Es un álbum que reverencia el pasado, pero también busca expresar una angustia y un lirismo que son completamente suyos.

Syndone canaliza la energía de sus héroes sin perder su identidad; este no es un disco que se contenta con quedarse en la sombra de los gigantes. Más bien, construye su propio monumento, aunque claramente inspirado, con un enfoque que refleja tanto respeto como innovación. En una época donde el rock progresivo luchaba por relevancia, Spleen emerge como una gema olvidada, una oda tanto a los maestros como al futuro que buscaban imaginar.