Hay algo discretamente heroico en una banda como Taifa, que en pleno 2025 no sólo lanza un nuevo disco, sino un manifiesto para los oídos que aún saben escuchar. Herejías Sonoras (para Oídos Libres), o Sound Heresíes (for Free Ears), edición en inglés en la que baso mis impresiones, no es un álbum para pasar de largo: es un acto deliberado de insumisión musical. Un viaje sonoro que se extiende desde Mallorca hasta Tetuán, pasando por Andalucía e, incluso, la India. En un mundo que comprime el arte en cápsulas de segundos, Taifa propone lo contrario: expansión, introspección y comunión.
El trío conformado por Luis Massot (voz, bajo e instrumentos poco convencionales para el rock como el laúd árabe, el saz turco o el guembri marroquí), Miguel Maya (guitarras) y Antonio Medina (batería), construye un tapiz musical complejo y profundamente humano. Progresivo, flamenco y sonidos del Magreb conviven en diez piezas que no se limitan a combinar estilos: los funden con una naturalidad casi chamánica. “Mermaid wings” abre el álbum como una declaración de principios, mientras que “Mirror’s dance” te envuelve con un aire de mística serena. Las colaboraciones no adornan, sino que transforman. Guitarristas flamencos (Juan Delola y Enric Gayá desde Andalucía), violinistas andalusíes (Amin Chaachoo y Yasser el Attar desde Tetuán)... No hay fusión, hay entendimiento. Las músicas se reconocen y se abrazan.
El trabajo de producción es pura alquimia. La guitarra eléctrica y el saz no se enfrentan: dialogan. El laúd y la batería no se sobreponen: se entrelazan. El resultado suena denso, sí, pero nunca saturado; espiritual, sin caer en la solemnidad. La decisión de lanzar el álbum en dos idiomas no responde a una lógica de mercado, sino a una voluntad sincera de llevar este mensaje de libertad sonora más allá de cualquier frontera idiomática. Las canciones son las mismas, pero las resonancias cambian. Como si cada lengua revelara una nueva dimensión del hechizo. 5 Lunas Producciones apuesta fuertemente para que este sea el primer disco de rock progresivo arábigo andaluz cantado en inglés hecho en España, lo cual demuestra meridianamente que esta proposición musical fusiona con todo sin importar el idioma.
Luis Massot ha dicho que este trabajo, nacido de un sueño, es el mejor disco de Taifa, y después de escucharlo, no queda duda. No por su virtuosismo técnico (que lo hay), ni por su cuidada producción (que también), sino por su intención. Aquí no hay ansiedad de novedad, sino madurez, pausa y propósito. Canciones como “In memoriam” o “Essence of my being” no fueron compuestas para ser virales, sino para ser recordadas. Taifa no busca irrumpir en el mercado: busca irrumpir en ti. Sound Heresies es una rebelión hecha armonía, una invitación a seguir creyendo que todavía hay discos que no solo se oyen: se sienten.
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