domingo, febrero 02, 2025

ANYONE'S DAUGHTER: NEUE STERNE (1983)

El crepúsculo de una era siempre deja tras de sí una estela de incertidumbre. En 1983, cuando el rock progresivo parecía perderse entre la bruma de la inmediatez ochentera y las tímidas oleadas de una nueva generación de incipientes grupos progresivos que comenzaba a respirar fuera de las profundidades, Anyone’s Daughter se atrevió a trazar un mapa hacia nuevas constelaciones. Neue Sterne es, en muchos sentidos, el álbum de una banda al filo de la disolución, un grito nostálgico en el abismo del cambio. Suena como una despedida no anunciada, como un último intento de encajar en un mundo que ya no hablaba el lenguaje de los sueños sinfónicos. La banda, siempre elegante y melódica, susurra aquí su verdad entre acordes de teclado digitalizados y guitarras que se resisten a olvidar su lirismo.

La primera mitad del álbum se siente como un vaivén entre la aceptación y la lucha. “Der plan” aún conserva el encanto melancólico del grupo, pero el título homónimo, “Neue sterne”, es quizás su momento más desorientado, una pieza que parece ceder demasiado a las modas del momento. Sin embargo, “In zerbrochenem glas” recupera la profundidad emocional, con una fragilidad casi tangible que nos recuerda que el verdadero arte nunca muere del todo. Y es en esa fisura donde la banda aún brilla, donde los ecos de sus mejores días se filtran entre el pulso cada vez más pop de la época.

Es en la segunda mitad del viejo vinilo donde Neue Sterne encuentra su redención. “Viel zu viel” irrumpe con una energía contagiosa, una de esas piezas que, pese a su estructura más accesible, conserva la esencia de la banda. Pero es en los últimos temas donde Anyone’s Daughter se permite un respiro de autenticidad: tanto “Konsequenzen”, con su oda instrumental al pasado progresivo, como la mini suite “Illja Illja Lela”, que mezcla pasajes espaciales y clasicismo con una belleza que desafía la era digital, se erigen en caballos ganadores. “Reprise”, como su nombre indica, recoge los trozos de un álbum fragmentado, los recompone y nos deja con un eco de lo que una vez fue y lo que pudo haber sido.

Quizá Neue Sterne no sea el álbum con el que Anyone’s Daughter quería ser recordado, pero sí es el testimonio de una banda que, aún en su ocaso, supo mantenerse fiel a su sensibilidad. No todas las estrellas nacen para brillar eternamente; algunas, como las de este álbum, iluminan con su última luz un cielo ya en mutación. En esa contradicción, en esa lucha entre la nostalgia y la modernidad, reside su belleza: un disco que, sin ser perfecto, es dolorosamente humano.

Quizás no fue el final… pero lo pareció. Anyone’s Daughter se resistió a desvanecerse, aferrándose a un fulgor cada vez más tenue. Last Tracks (1986) marcó su ocaso, y su regreso décadas después con Danger World (2001) y Wrong (2004) reveló la dificultad de revivir un espíritu progresivo en tiempos ajenos. Livin’ the Future (2018) intentó prolongar la historia, aunque a veces es mejor dejar que el pasado repose. Aun así, su esfuerzo merece reconocimiento, porque incluso las estrellas más apagadas siguen dejando su rastro en el cielo.

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