Pocas veces un disco logra ser la
manifestación de una pregunta eterna: ¿cuántos de nuestros sueños nos pertenece
y cuánto es heredado por la humanidad misma? "The Dreams of Men" de
Pallas no es solo un compendio de temas con virtuosismo instrumental, sino un
viaje introspectivo por los anhelos y temores que han guiado a la civilización
a lo largo de la historia. Desde la primera nota de "The bringer of dreams",
el disco se siente como un espejo en el que nos vemos reflejados no como
individuos, sino como piezas de un entramado más grande. Cada melodía parece
formar parte de un ADN sonoro que hemos escuchado antes, aunque nunca de esta
forma tan pura, tan monumental.
Uno de los aspectos más
intrigantes de este álbum es la forma en que Pallas juega con la historia y la
mitología, no como meros relatos del pasado, sino como pulsaciones que resuenan
en la actualidad. "Ghostdancers" no es solo una elegía a los inmigrantes
escoceses, sino un recordatorio de la tragedia humana que sigue vigente en cada
exiliado de nuestro tiempo. "Too close to the sun", con su
instrumental majestuoso, evoca la tragedia de Írcaro, pero también nos habla de
los peligros de la ambición desmedida en un mundo obsesionado con el poder y la
expansión. Pallas no solo narra, sino que advierte, confronta y emociona.
Sin embargo, lo que hace que este
disco trascienda su propio género es la vulnerabilidad que se filtra en cada
interpretación. Alan Reed no canta, confiesa. Su voz en "Warriors" es
la de un hombre que ha visto demasiado y aún así se aferra a la esperanza. "Mr.
Wolfe" nos enfrenta al lado más oscuro de la naturaleza humana con una
teatralidad inquietante, mientras que "Northern Star", en su aparente
sencillez instrumental, nos envuelve en una calma que es casi una pausa
necesaria antes del último acto de este épico sueño musical.
Cuando "The last angel", un réquiem donde la celestial voz de Pandy Arthur no es una celebración, sino una despedida, se desvanece en su última nota, la sensación que deja es extrañamente dual: una satisfacción plena y, al mismo tiempo, una melancolía profunda. Es como despertar de un sueño revelador, donde todo parecía tener sentido por un instante, solo para desdibujarse en la vigilia. The Dreams of Men no es solo un disco, es un testamento sonoro de lo que significa soñar, fracasar y seguir adelante. Y en esa constante búsqueda, Pallas nos recuerda que, al final, todos somos la suma de los sueños que nos precedieron.
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