La primera vez que escuché French Skyline de Earthstar, sentí que tenía
ante mí una puerta abierta al cosmos. El arte, la tipografía y la fragancia de
aquel vinilo de 1979 me transportaron a un universo donde el tiempo se diluía y
cada surco narraba una historia espacial, única y personal. Encarnaba la
esencia misma de la música cósmica, un viaje sonoro que, en mi memoria, sigue
siendo inigualable.
El álbum se adentra en paisajes
sonoros que recuerdan con fuerza a la Escuela de Berlín, sobre todo en su
primera cara, impregnando cada tema de una atmósfera etérea y envolvente. Bajo
la atenta mirada y el prodigioso influjo de Klaus Schulze, Earthstar logró
plasmar en French Skyline un híbrido
fascinante: la fusión de sintetizadores, Mellotrones y el enigmático Biotron,
combinados con matices de flauta, guitarra y hasta toques exóticos como el
sitar. Esa amalgama instrumental creó una banda sonora que parece esculpida en
el tiempo, evocando tanto la grandeza del universo como la intimidad de un
susurro cósmico.
Para mí, cada escucha de este LP
es un viaje profundamente emotivo. Los movimientos de las enormes suites
"Latin sirens face the wall" y "French skyline suite" invitan
a perderse en un laberinto de texturas sonoras y a dejarse llevar por la
incesante danza de luces y sombras que caracterizan la música electrónica de este
registro. Esa combinación de técnica y sensibilidad conecta con un pasado
vibrante y con una corriente artística que, a pesar de su aparente lejanía
temporal, sigue provocando emoción con su escucha.
French Skyline es una experiencia vital que trasciende el tiempo y el espacio. Con una pasión que se siente en cada nota y en cada pausa, Earthstar nos regala un testimonio único de la era dorada de la música electrónica, un legado que, al fusionar influencias de la Escuela de Berlín con una visión propia, invita a soñar, a reflexionar y, sobre todo, a sentir el inmenso latido del universo.
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