viernes, enero 31, 2025

SOLUTION: DIVERGENCE (1972)

Hay discos que invitan a la reflexión, otros que emocionan, algunos que sorprenden. Divergence (1972), de los holandeses Solution, hace todo eso a la vez y, además, parece pertenecer a un universo alternativo donde el jazz, el rock progresivo y la fusión coexisten en perfecta armonía. Escucharlo es como abrir una ventana a un paisaje sonoro inexplorado, donde cada pieza es una corriente de aire distinta, unas veces suave y melancólica, otras impetuosa y libre. Lo que Solution logra aquí no es solo una obra maestra del género, sino una experiencia sensorial que se siente como un diálogo entre lo terrenal y lo etéreo.

Lo que diferencia a Divergence de otros álbumes de la misma época es su capacidad para fluir sin ataduras, sin imposiciones de estructura rígida ni el ansia de demostrar virtuosismo por el mero hecho de hacerlo. Temas como "Divergence" y "Second line" respiran con naturalidad, construyéndose poco a poco a través de vientos hipnóticos, teclados envolventes y un bajo que parece sostener el equilibrio entre la gravedad y el vuelo. Solution no se preocupa por encajar en etiquetas; su música es un organismo vivo, evolucionando con cada compás, como si el tiempo no existiera en su mundo.

Pero más allá de su complejidad instrumental, lo que realmente hace especial a este álbum es su capacidad para evocar emociones que van más allá de lo descriptible. No es solo jazz-rock progresivo; es nostalgia y esperanza en una misma melodía, es la sensación de caminar por una ciudad desconocida al atardecer, con la certeza de que algo revelador está por suceder. La forma en que los arreglos dialogan entre sí, la riqueza de sus cambios dinámicos, el espacio que cada instrumento encuentra dentro del todo… todo parece diseñado no para impresionar, sino para transmitir un sentimiento profundo e indescriptible.

En un mundo donde los álbumes progresivos suelen ser diseccionados hasta la saciedad, Divergence permanece como un misterio, un disco que no se deja atrapar por definiciones ni comparaciones simples. Es música para quienes buscan algo más que un viaje técnico; es un espacio donde el tiempo se diluye y lo emocional toma el control. Puede que Solution no hayan alcanzado el estatus de otras bandas de la época, pero Divergence sigue siendo una joya oculta, esperando ser descubierta por quienes aún creen que la música tiene el poder de transportarnos a lugares que ni siquiera sabíamos que existían.

COCHÈ VIL BAND: CHAOS (2024)

Chaos es un torbellino sonoro que atrapa desde el primer acorde y no suelta hasta el último suspiro. Cada canción es un fragmento de un universo emocional complejo, donde la melancolía y la furia conviven en perfecta armonía. La guitarra de Coché Villanueva no solo toca notas, sino que narra historias; y la presencia de músicos como Derek Sherinian y Daniel Cavanagh aporta una profundidad casi cinematográfica. Es un álbum que no se escucha pasivamente, sino que se siente, se vive y, en cierto modo, transforma.

Los temas de Chaos están llenos de contrastes: momentos de calma reflexiva que se rompen en explosiones de energía y virtuosismo. "Within you" envuelve en una bruma etérea que invita a la reflexión, mientras que piezas como "Caña al Momo" son ráfagas de intensidad y libertad creativa. La producción es impecable, permitiendo que cada instrumento tenga su espacio sin perder la cohesión. Pero lo que realmente brilla es la capacidad de la banda para transmitir emociones genuinas, esas que atraviesan la piel y se quedan dentro.

Más que un simple disco, Chaos es una experiencia. No es un álbum de fondo, sino un viaje que exige ser recorrido con los sentidos abiertos. Hay momentos de luz y de sombra, de caos y de orden, pero todos ellos conducen a un mismo punto: la conexión con lo más humano de quien lo escucha. Cada escucha revela algo nuevo, una emoción escondida, un matiz que antes pasó desapercibido. Es el tipo de obra que crece con el tiempo y deja huella.

Chaos es una obra madura, llena de matices y emociones, que confirma el talento y la visión de Cochè y su grupo. Su fuerza radica en su autenticidad, en su capacidad de evocar sensaciones sin filtros ni artificios. Con este álbum, la banda no solo ha creado música, sino una expresión artística que invita a sentir el caos no como un desorden, sino como una fuente de belleza y creatividad.

TRILOGY: NACHTLICHTER (1984)

Nachtlichter es un álbum que intenta fusionar diversos estilos como el synth-pop, el progresivo, la fusión y el funk, pero sin alcanzar la coherencia ni la frescura de su predecesor. Con una duración total cercana a los 30 minutos, el disco presenta sintetizadores envolventes y ritmos dinámicos, aunque la producción resulta menos arriesgada y más contenida de lo esperado. A pesar de una instrumentación técnicamente correcta, con líneas de bajo sólidas de Hartmut Kracht y la precisión de la batería de Martin Breuer, el álbum no logra ofrecer momentos realmente memorables.

Desde el inicio con "Lauflicht", la propuesta parece prometedora, con ritmos electrónicos definidos y melodías pegadizas, pero rápidamente se torna predecible. "Neon" y "Rouge" intentan combinar jazz y rock progresivo, aunque sin aportar innovaciones destacables. La pieza titular, "Nachtlichter", busca generar una atmósfera etérea, pero carece del impacto emocional que podría haber tenido. "Stop", que cierra la primera mitad, apuesta por un sonido funk sin demasiada personalidad, dejando la sensación de que el grupo juega sobre seguro sin explorar nuevas direcciones.

La cara B continúa en la misma línea. "Display" y "Auf Los Geht's Los" mantienen la energía, pero suenan repetitivos y poco inspirados. "10 11 3" intenta ser la pieza más experimental del álbum, aunque su progresión melódica no consigue despegar realmente. "Gestern abend..." es un interludio introspectivo que no aporta mucho al conjunto y "Starwar-touch", el cierre del disco, mezcla funk y elementos cinematográficos sin lograr un clímax satisfactorio.

Nachtlichter es un álbum con buenas intenciones, pero que en última instancia resulta un ejercicio neutro y poco arriesgado. Trilogy demuestra cierta habilidad para equilibrar estilos, pero sin la chispa ni la creatividad que hicieron de su primer álbum una propuesta más vibrante. Aunque no es un mal disco, carece de la identidad necesaria para destacar dentro de su género, dejando la impresión de ser una oportunidad desaprovechada.

THE DOMENIC TROIANO BAND: THE JOKE'S ON ME (1978)

The Joke's on Me es uno de esos discos que, por alguna razón, quedó fuera del radar en su época, pero que hoy brilla como una gema oculta. Este álbum es la culminación de la evolución de Troiano como músico y compositor, un artista que a lo largo de su carrera fue capaz de reinventarse constantemente, siempre buscando nuevos horizontes. Desde sus inicios con Mandala, pasando por Bush, hasta su paso por The Guess Who, Troiano dejó una huella indeleble en la música canadiense y más allá. Este disco en particular, lanzado en 1978, es una mezcla perfecta de jazz-rock, fusión y rock progresivo, con su característico toque de soul y blues.

El álbum abre con el inquietante “The joke's on me”, una pista que establece el tono sombrío y experimental del disco. La habilidad de Troiano con la guitarra es inconfundible, y cada solo o melodía parece contar una historia. Pero es en “Eleanora Fagan” donde realmente brilla. Esta pieza instrumental, dedicada a Billie Holiday, es una muestra de su virtuosismo y de cómo podía transmitir emoción pura a través de su guitarra. La forma en que la música va evolucionando a lo largo del tema, con su crescendo emocional, te impacta cada vez que la escuchas.

Lo que más me atrapa de este disco es la diversidad de estilos que Troiano maneja con una facilidad asombrosa. Desde el jazz-rock de “Maybe the next time”, que me recuerda a Steely Dan, hasta la complejidad de la suite final, que ocupa toda la cara B del vinilo y abarca “Road to hell”, “War zone” y “Look up”. Estas piezas no sólo son un desafío para los oyentes, sino una lección de cómo fusionar géneros y hacer que todo encaje perfectamente. “War zone” es una montaña rusa de sonidos que realmente te transporta a otro lugar, mientras que “Look up” cierra el álbum de una manera sublime, con un mensaje de esperanza que resuena profundamente.

Es una pena que este álbum no haya tenido el reconocimiento que merecía en su momento. Cierto que The Joke's on Me es un álbum que no es fácil de clasificar, pero es precisamente esa mezcla de géneros y la honestidad con la que Troiano se acerca a su música lo que lo hace tan especial. Es un disco que, aunque fuera adelantado a su tiempo, sigue sonando fresco y único. Cada vez que lo escucho, me doy cuenta de que es una obra que no solo representa a un gran guitarrista, sino a un verdadero artista que puso su alma en cada nota.

Domenic Troiano merece ser más reconocido por este y otros discos de su carrera. A pesar de haber sido parte de bandas legendarias como The Guess Who, su legado como solista sigue siendo su mejor testimonio. The Joke's on Me es la prueba de que la música genuina trasciende el tiempo y las modas, y para quienes logran encontrarlo, este álbum es una de esas experiencias que no se olvidan.

jueves, enero 30, 2025

GERARD MANSET: LA MORT D'ORION (1970)

La Mort d'Orion es un álbum que se despliega como una travesía épica y melancólica, donde la poesía se encuentra con el rock progresivo en su forma más única y primitiva. Publicado en 1970, esta obra se aleja de los convencionalismos de su tiempo, combinando la densidad orquestal y la belleza del rock experimental para narrar un relato de desaparición y finitud. Manset, con su voz grave y casi ritualista, nos invita a un viaje hacia la muerte de un mito: el descenso de Orion, el guerrero celeste, a las sombras del olvido. La música, cargada de arreglos orquestales que evocan paisajes cósmicos, ofrece una atmósfera de una solemnidad que roza lo épico, como si cada acorde estuviera escribiendo la crónica de un ocaso inevitable.

La cercanía de La Mort d'Orion con el rock progresivo se muestra en su estructura compleja, su uso del collage sonoro y su capacidad para fusionar lo poético con lo musical de manera sofisticada. Sin embargo, lo que diferencia a Manset de otros artistas que usan lo progresivo en su época es la calidad de su lírica, profundamente filosófica y existencial. Cada pista se construye como un poema épico, lleno de evocaciones cósmicas y visiones del más allá, pero también de una melancólica reflexión sobre la fragilidad humana. En canciones como “Vivent les hommes” y “On ne t’a jamais dit”, Manset deja que su música se torne más íntima, más desolada, mientras sus letras, cargadas de imágenes oscuras y misteriosas, nos empujan a enfrentarnos con la inevitabilidad de la muerte.

El resultado es una obra profundamente emotiva y cerebral, una sinfonía que pide ser escuchada más allá del simple disfrute sonoro. La Mort d'Orion es un testamento poético en el que se reflejan las inquietudes del hombre ante la eternidad, el vacío y la belleza efímera. Su particular enfoque y su querencia progresiva, que juega con lo experimental y lo sinfónico, lo convierte en un hito de la música francesa, una obra para ser contemplada como un reflejo profundo de las sombras y luces del alma humana.

EDGAR FROESE: MACULA TRANSFER (1976)

En el universo etéreo de la música electrónica, donde los sonidos no solo se escuchan sino que se sienten, Macula Transfer se erige como un viaje hacia el interior del ser, un testimonio de la genialidad de Edgar Froese. Lanzado en 1976, este álbum en solitario del líder de Tangerine Dream es mucho más que una colección de pistas sintetizadas; es un diario de vuelos oníricos, un mapa sonoro de paisajes internos que solo pueden recorrerse con el alma abierta. Cada pista, bautizada con códigos de aerolíneas que remiten a los viajes de Froese, nos sumerge en un tránsito cósmico donde la gravedad cede paso a la ensoñación.

Desde el primer segundo, “OS 452” nos eleva con pulsaciones hipnóticas y melodías que parecen susurros de estrellas. Es el inicio de un viaje sin retorno, donde los secuenciadores y guitarras trazan rutas invisibles y los sintetizadores se convierten en vientos solares que empujan la nave hacia lo desconocido. “AF 765” avanza como un río de electricidad líquida, con destellos de melancolía que recuerdan que incluso en la vastedad del cosmos, la nostalgia por lo terrenal persiste. Froese logra que cada nota tenga un peso emocional, que cada sonido sea un latido en la inmensidad del vacío.

La segunda mitad del álbum es un descenso controlado por corrientes de ensueño. “PA 701” nos envuelve en una danza de texturas electrónicas, donde la repetición se convierte en un mantra hipnótico, y “Quantas 611” nos sumerge en un estado de ingravidez, flotando entre el misterio y la contemplación. Pero es en “IF 810” donde la travesía alcanza su punto culminante: un paisaje sonoro donde la luz y la sombra se entrelazan, donde la música no solo nos transporta sino que nos transforma. Aquí, Froese nos deja suspendidos en la inmensidad, contemplando la belleza de lo inalcanzable.

Macula Transfer no es solo un álbum; es un viaje sin billete de regreso, una exploración de la frontera entre el sonido y el silencio, entre la razón y el sueño. Es el testamento de un explorador de lo intangible, de un visionario que entendió que la música no tiene límites, solo horizontes siempre en expansión. Froese nos regaló, en estos surcos de vinilo y pulsos electrónicos, un pasaporte a lo infinito. Y, cada vez que lo escuchamos, nos atrevemos a despegar una vez más.

miércoles, enero 29, 2025

STYX: RETURN TO PARADISE (1997)

El espíritu de Styx nunca ha sido el de una banda que se rinde ante la adversidad. Return to Paradise es una prueba viva de ello: un regreso triunfal que no sólo rinde homenaje a su legado, sino que reafirma su vigencia. Grabado en el Rosemont Horizon en 1996, este directo captura la esencia de un grupo que, pese a las pérdidas y los cambios, sigue sonando con la misma pasión y energía que en sus días de gloria. Con un setlist repleto de clásicos como “Come sail away”, “Blue collar man” y “Renegade”, el álbum es una celebración de su historia, pero también una declaración de intenciones: Styx no ha venido a vivir de la nostalgia, sino a demostrar que aún tiene mucho que ofrecer.

Desde los primeros acordes, la banda exhibe una química inquebrantable. Dennis DeYoung brilla con su imponente presencia vocal y su maestría en los teclados, mientras que Tommy Shaw y James "JY" Young mantienen la balanza perfecta entre el rock potente y la teatralidad melódica. La ausencia de John Panozzo, fallecido en 1996, se siente, pero Todd Sucherman demuestra ser un digno sucesor en la batería, aportando frescura sin perder la esencia de la banda. Momentos como “Suite Madame Blue” o “The grand illusion” siguen sonando majestuosos, con armonías vocales impecables y arreglos que respetan la esencia de los originales, pero con un aire renovado.

El disco también nos regala tres temas de estudio, entre ellos “Dear John”, una emotiva despedida a su antiguo baterista, que cierra el álbum con un nudo en la garganta. Sin embargo, el punto más fuerte de Return to Paradise es su capacidad para transportarnos a un concierto inolvidable, donde cada canción suena con la intensidad y el dramatismo que hicieron de Styx una de las bandas más queridas del rock clásico. Puede que no sea su mejor álbum en vivo en términos de crudeza y espontaneidad, pero sin duda es un testimonio de su resiliencia y su amor por la música. Para los seguidores, es un recordatorio de por qué Styx sigue siendo una banda imprescindible.

martes, enero 28, 2025

YUKA & CHRONOSHIP: SHIP (2018)


El álbum final de Yuka & Chronoship es un viaje musical ambicioso y evocador que combina la precisión instrumental y la narrativa conceptual en un estilo que rinde homenaje al rock progresivo clásico mientras mantiene una frescura contemporánea. Liderado por la virtuosa teclista y compositora Yuka Funakoshi, el grupo japonés se aventura en una odisea sonora de 60 minutos dividida en dos partes: la suite conceptual «The Argo» y cuatro pistas independientes que complementan el álbum con una rica diversidad estilística.

Desde los primeros acordes de “Tears of figurehead”, la participación vocal de la legendaria Sonja Kristina (Curved Air) da un toque mágico al inicio de la historia del mítico Argo. La suite progresiva de siete movimientos que sigue es una montaña rusa emocional y técnica, con temas como “Ship Argos” y “A dragon that never sleeps”, donde la guitarra de Takashi Miyazawa y los teclados de Yuka destacan con una energía electrizante. A lo largo de esta sección, las influencias de gigantes como Genesis, Yes y Emerson, Lake & Palmer son palpables, pero siempre reinterpretadas con una identidad propia.

Las piezas independientes, comenzando con “The air ship of Jean Giraud”, aportan nuevas texturas y narrativas. Aquí, la guitarra de Miyazawa y los arreglos melódicos logran transportar al oyente a paisajes oníricos, mientras que “Visible light”, cantada en japonés, sorprende con un lirismo conmovedor y un ritmo dinámico. “Old ship on the grass” aporta un momento de calidez con su estilo más acústico, antes de que el álbum cierre con la sublime “Did you find a star?”, una composición melancólica donde la voz de Hiroyuki Izuda y el piano de Yuka ofrecen un final emotivo y profundamente humano.

La producción de Shun Taguchi merece un reconocimiento especial. Cada instrumento encuentra su espacio en una mezcla impecable que equilibra la complejidad técnica con la claridad emocional. Aunque la estructura del álbum se basa en tradiciones del rock progresivo de los años 70, la banda logra inyectar modernidad y un sello distintivo que los posiciona como una fuerza creativa única dentro del género.

Ship es más que un álbum: es una experiencia que combina virtuosismo, narrativa y emoción en una obra maestra que cautiva tanto a los veteranos del progresivo como a los nuevos oyentes. Yuka & Chronoship han demostrado una vez más su capacidad para reinventarse y superar expectativas. Su recorrido musical es una prueba del impacto que el arte puede tener al trascender barreras culturales y emocionales. Este disco no solo reafirmó su posición dentro del universo del rock progresivo, sino que también se convirtió en un momento clave e inolvidable dentro de su destacada trayectoria.

BAUMANN/KOEK (1979)

Baumann/Koek es una joya oculta de la música electrónica alemana que resurge del olvido como un verdadero testimonio del espíritu pionero de la Escuela de Berlín. Este único álbum del dúo formado por Wolfgang Baumann y Ata Koek, originarios de Kempten, Baviera, captura con maestría la esencia de un momento de transición en la música alemana de finales de los setenta. Mezclado en el legendario estudio de Conny Plank, cada uno de sus cinco temas ofrece una narrativa sonora que combina la precisión técnica de los sintetizadores con un enfoque intuitivo y casi filosófico hacia el diseño sonoro. Más que un simple disco, Baumann/Koek es una invitación a un viaje hipnótico, una exploración de paisajes sonoros ricos en textura y emoción.

El álbum abre con "Yarabbim", una pieza de casi doce minutos que establece inmediatamente la atmósfera de ensueño con un crescendo gradual de sintetizadores que parece invocar el movimiento de un tren en marcha. La influencia de la Escuela de Berlín es innegable, pero Baumann y Koek añaden su propio toque con elementos melódicos de tonalidad árabe que impregnan la composición de un exotismo cautivador. "TD-Mem", como sugiere su título, rinde un exquisito homenaje a Tangerine Dream, pero no desde la imitación, sino desde la reinvención. Aquí, las capas de sonidos se entrelazan para crear una estructura casi cinemática, con cambios de tempo que mantienen al oyente en un constante estado de fascinación.

La cara B del disco comienza con "Gamabol", donde la experimentación alcanza su punto máximo. Este tema parece un mensaje interestelar codificado, con una combinación de pulsos electrónicos y melodías que emergen y desaparecen como destellos de un cosmos sonoro. En "Where", el dúo introduce ritmos más definidos y una narrativa que evoca la sensación de un viaje nocturno por la Autobahn. Las técnicas de filtrado y las transiciones dinámicas añaden una profundidad extra a este corte, que demuestra la habilidad del dúo para equilibrar lo abstracto con lo accesible. Finalmente, "Sequencer-Roll" cierra el álbum con un inesperado giro hacia un ritmo casi rockero, dejando al oyente admirado por la versatilidad de estos artistas.

En retrospectiva, la historia de Baumann/Koek está cargada de ironía y potencial desaprovechado. Lo que podría haber sido el comienzo de una carrera prolífica quedó truncado por las circunstancias, pero este álbum único resurge ahora como un clásico de culto. Su reedición posterior por Bureau B no solo arroja luz sobre un capítulo olvidado de la música electrónica, sino que invita a una nueva generación a descubrir y apreciar una obra que, aunque influenciada por gigantes como Klaus Schulze y Manuel Göttsching, posee una identidad distintiva. Y es aquí donde radica la verdadera sorpresa: Baumann/Koek no es simplemente un disco más de la Escuela de Berlín, sino una obra que trasciende su época para recordarnos que incluso las historias truncadas pueden contener una grandeza eterna.

lunes, enero 27, 2025

RPWL: TRYING TO KISS THE SUN (2002)

El segundo álbum de estudio de la banda alemana RPWL continúa consolidando su evolución desde sus raíces como banda de covers de Pink Floyd. Este trabajo, compuesto por diez temas que suman una hora de música, equilibra influencias notables del rock progresivo con un estilo melódico más accesible y orientado al público general. Con una alineación encabezada por Yogi Lang en las voces y teclados, el álbum muestra un esfuerzo colectivo por diversificar su propuesta, incorporando tanto momentos reflexivos como pasajes más enérgicos y dinámicos.

El álbum abre con "Trying to kiss the sun", un tema directo y optimista que establece el tono más vital de este trabajo en comparación con su predecesor, God Has Failed. Sin embargo, RPWL no abandona sus raíces floydianas, como se percibe en temas como "Waiting for a smile" y "Side by side", que evocan texturas sonoras y estructuras melódicas familiares a los seguidores del rock progresivo clásico. Por otro lado, canciones como "Sugar for the ape" introducen un enfoque más pesado, poco habitual en la banda, mientras que "Sunday morning" destaca por su aire relajado y casi nostálgico, mostrando la versatilidad del grupo dentro de su estilo.

En términos de producción, Trying to Kiss the Sun exhibe un avance notable. Los teclados de Andreas Wernthaler y las guitarras de Karlheinz Wallner añaden capas de riqueza sonora, mientras que la inclusión de instrumentos menos convencionales, como el sitar en "I don’t know (what it’s like)", aporta variedad tímbrica. Sin embargo, podríamos apuntar cierta falta de complejidad en los arreglos y una dependencia excesiva de baladas de tempo medio, que pueden hacer que el álbum carezca de dinamismo en su conjunto. Aun así, temas como "Home again", con su estructura creciente y solos de guitarra emotivos, ofrecen un cierre memorable y emocional al álbum.

El álbum supuso un paso adelante en la búsqueda de identidad de RPWL. Si bien las influencias de Pink Floyd siguen siendo evidentes, el álbum muestra una banda dispuesta a explorar nuevos territorios y a forjar un sonido más propio, aunque sin renunciar del todo a las referencias que los definieron en sus inicios. Con una mezcla de melodías pegadizas, atmósferas melancólicas y toques progresivos, el álbum logra ser accesible sin sacrificar la calidad artística.

domingo, enero 26, 2025

STEVE HACKETT: TIME LAPSE (1992)

Este primer álbum en directo de Hackett define no solamente su virtuosismo musical, sino también su capacidad para entrelazar épocas y emociones con una destreza sin igual. Grabado en dos escenarios diferentes, Nottingham en 1990 y Nueva York en 1981, este álbum combina lo mejor de su carrera inicial, con una selección de temas que no solo exploran su faceta solista, sino también sus raíces en Genesis. Es fascinante escuchar cómo Hackett reinterpreta piezas clásicas como "Ace of wands" y "Everyday", infundiéndoles una energía renovada y una sensibilidad técnica que solo el directo puede capturar. En esta obra, no solo es el guitarrista quien brilla, sino también su elenco de músicos, como John Hackett, cuyo manejo de la flauta añade matices etéreos, y Ian Mosley, que más tarde consolidaría su lugar en Marillion, dejando su sello rítmico.

Lo que distingue a Time Lapse de otros discos en vivo de Hackett es su capacidad para ofrecer una narrativa dual. Las grabaciones en Nottingham presentan un sonido robusto, casi cinematográfico, en piezas como "Camino Royale", mientras que las de Nueva York transmiten una intimidad casi palpable, especialmente en "Jacuzzi". El diálogo entre las grabaciones de diferentes épocas resalta la evolución artística de Hackett, pero también su habilidad para mantener un núcleo emocional constante en su música. Además, temas como "In that quiet earth", reinterpretado aquí con un enfoque más melódico gracias al toque místico del pasaje de flauta, nos recuerdan por qué Hackett fue una pieza clave en el sonido progresivo de Genesis.

Más allá de la destreza técnica y la nostalgia que evocan estas grabaciones, Time Lapse también se siente como un tributo a la camaradería musical. Fudge Smith, después en Pendragon, con su precisión en la batería, y Chas Cronk, bajista habitual de Rick Wakeman, aportan un dinamismo que eleva el repertorio. La química entre los músicos no es solo evidente, es el corazón del álbum. Cada solo, cada transición y cada matiz están impregnados de una energía colectiva que trasciende la mera ejecución técnica. Es una oda a la creatividad colaborativa, donde los límites entre líder y acompañantes se desdibujan para crear algo verdaderamente mágico.

Lo verdaderamente emotivo de  Time Lapse no radica sólo en su valor como documento histórico de una carrera prolífica, sino en su capacidad para conectarnos con lo atemporal. Al cerrar con "Clocks-The Angel of Mons", Hackett nos recuerda que su música no pertenece únicamente al pasado; su esencia sigue viva, resonando con el mismo impacto en cada generación que la descubre. Este álbum no solo es una celebración de su legado, sino también una prueba de cómo la música tiene el poder de unir épocas y conmover profundamente a quienes la escuchan. Para cualquier amante de la música progresiva o cualquier oyente en busca de momentos de pura inspiración, Time Lapse es una invitación a viajar en el tiempo con la música como único mapa.

sábado, enero 25, 2025

KLAUS SCHULZE: IN BLUE (1995)

Klaus Schulze, uno de los pioneros más influyentes de la música electrónica, ofreció en In Blue una obra que combina contemplación, maestría técnica y un tributo a sus raíces artísticas. Este álbum doble, triple en su edición especial, con más de 150 minutos de duración, representa un regreso a sus orígenes tras un periodo de experimentación algo irregular. Con su característico estilo de paisajes sonoros expansivos, Schulze lleva al oyente a un viaje cósmico, explorando texturas etéreas, secuencias hipnóticas y atmósferas inmersivas. Como una oda al color azul, cada pista parece capturar las emociones que este simboliza: calma, profundidad y un cierto anhelo melancólico.

El álbum se divide en tres grandes secciones: «Into the Blue», «Return of the Tempel» y «Serenade in Blue», cada una con su propia narrativa musical. En la primera, la pieza inicial de 15 minutos establece el tono con un comienzo suave y minimalista, llevando al oyente a un estado meditativo. "Blowin' the blues away" y "Wild and blue" añaden dinamismo con ritmos más marcados, aunque sin abandonar la sensación de recogimiento interior. Sin embargo, es en la sección «Return of the Tempel» donde el álbum alcanza uno de sus puntos culminantes. La colaboración con Manuel Göttsching, antiguo compañero en Ash Ra Tempel, crea una sinergia mágica entre los sintetizadores cósmicos de Schulze y las guitarras espaciales de Göttsching, evocando los días gloriosos de los años 70.

La influencia de Schulze como maestro de la música electrónica se siente en cada rincón de este trabajo. Su capacidad para transformar paisajes sonoros en experiencias emocionales es innegable, y en In Blue parece meditar sobre su propio legado. A través de la repetición hipnótica y la evolución sutil de sus composiciones, logra transmitir una sensación de trascendencia y espiritualidad. El álbum no solo es un testimonio de su habilidad como compositor, sino también de su conexión con el pasado y su compromiso con seguir innovando.

In Blue es más que un álbum: es un viaje reflexivo y un homenaje a una carrera que redefine constantemente los límites de la música electrónica. Schulze, como un pintor sonoro, utiliza su paleta de sintetizadores y ritmos para crear un cuadro inmenso y emotivo, donde el azul simboliza tanto la inmensidad del cosmos como la fragilidad de nuestra existencia. Escuchar este álbum es un recordatorio de la belleza del infinito y del misterio que yace más allá del alcance de nuestra comprensión. In Blue no sólo se escucha, se siente.

viernes, enero 24, 2025

RAINBIRD: MAIDEN FLIGHT (1971)

En 1971, un año plagado de creatividad desbordante en la música británica, Rainbird lanzó su único álbum, Maiden Flight, un trabajo tan fugaz como trascendente. Concebido en la independencia absoluta y con un tiraje minúsculo que casi lo condenó al olvido, el disco es un susurro poético entre el folk, la psicodelia y el rock progresivo. Desde su tema inicial, “Maiden flight”, donde la flauta y el órgano dibujan paisajes sonoros casi celestiales, Rainbird se adentra en un territorio que mezcla exploración interior y misterio, situándose a medio camino entre la búsqueda espiritual y la experimentación pura.

A través de piezas como “Sailboat” y “Stormdance part 1”, el quinteto despliega una narrativa melancólica y ensoñadora. Las guitarras acústicas de Nigel Prenter y la flauta de William Johnson guían al oyente por un viaje cargado de nostalgia y soledad, mientras las letras y los arreglos evocan imágenes de islas remotas y cielos tormentosos. A pesar de las claras influencias de los Moody Blues o Iron Butterfly, Rainbird consiguieron forjar una propia identidad, marcada por la fragilidad emocional y la honestidad de sus composiciones.

Quizás lo más fascinante de Maiden Flight sea su contexto: un disco grabado en una pequeña sala de Tooting y lanzado bajo un sello diminuto, con la mala fortuna de tener una portada que la banda nunca aprobó. Su rareza material refleja su naturaleza musical: imperfecta, sí, pero profundamente auténtica. Escuchar canciones como “Man on the mountain” es adentrarse en un mundo donde los ecos de guitarras y teclados cuentan historias de aislamiento y conexión, de la búsqueda de sentido en un mundo incierto.

En definitiva, Maiden Flight no es un álbum diseñado para deslumbrar técnicamente o conquistar grandes audiencias, sino para aquellos que valoran la magia de lo perdido, de lo íntimo y lo genuino. Rainbird, con este único vuelo, logró plasmar una obra tan evanescente como atemporal, un verdadero tesoro para quienes saben buscar entre las sombras del tiempo

RYO OKUMOTO: COMING THROUGH (2002)

El cuarto álbum en solitario del japonés destaca como una obra que explora diversas facetas del rock progresivo y la fusión, revelando una dualidad entre virtuosismo instrumental y composición emotiva. Desde su apertura con "Godzilla vs. King Ghidarah”, un bombástico instrumental de tintes cinematográficos, queda claro que Okumoto no teme fusionar influencias clásicas y modernas. Sin embargo, esta diversidad también revela un desafío en la coherencia global del álbum, pues mientras temas como el extenso "Close enough" ofrecen una experiencia progresiva sublime con una narrativa épica y compleja, otros cortes, como "Highway roller," se perciben menos memorables debido a un enfoque más genérico.

El repertorio de colaboradores de Okumoto, como Neal Morse, Glenn Hughes y Steve Lukather, le otorga al álbum una riqueza técnica y variada. Esta variedad se siente especialmente en los matices vocales de "Coming through," una balada cargada de sensibilidad, y en el poderoso trabajo de Hammond y Mellotron en la citada "Close enough," donde la esencia del prog clásico resplandece. Sin embargo, algunos momentos pueden desconcertar a los puristas del género, con inclusiones que se inclinan más hacia el AOR y el rock melódico que hacia el progresivo puro.

En términos generales, el álbum funciona como una ventana hacia la libertad creativa de Okumoto, alejado del contexto de Spock's Beard. Temas como "The imperial," con su enfoque minimalista, destacan la capacidad del artista para transmitir belleza melódica. No obstante, el impacto de ciertas canciones se ve limitado por una producción que a veces prioriza el espectáculo técnico sobre la profundidad emocional, dejando una sensación de oportunidad perdida en algunos cortes menos desarrollados.

En conclusión, Coming Through refleja la multiplicidad de influencias y estilos que han marcado la carrera de Ryo Okumoto. Aunque no es una obra completamente homogénea, los momentos brillantes como "Close enough" y "Godzilla vs. King Ghidarah" lo convierten en un álbum digno de atención para los amantes del progresivo. Este trabajo no solo celebra la maestría instrumental de Okumoto, sino que también nos invita a reflexionar sobre la búsqueda artística de identidad en un mar de colaboraciones y estilos.

miércoles, enero 22, 2025

BARCLAY JAMES HARVEST: EVERYONE IS EVERYBODY ELSE (1974)

En 1974, Barclay James Harvest presentó un trabajo que marcó un antes y un después en su trayectoria: Everyone Is Everybody Else. Este álbum no solo significó el inicio de su colaboración con el sello Polydor, sino también un momento de reinvención tras dejar atrás los arreglos orquestales que definieron sus inicios. Este cambio obligó al cuarteto a confiar más en sus instrumentos y en la destreza individual de sus músicos. John Lees lideró con sus emotivos riffs de guitarra, mientras que Stuart "Woolly" Wolstenholme transformó su teclado en el alma melódica de cada canción. Les Holroyd aportó profundidad con líneas de bajo sólidas y una voz melancólica, y Mel Pritchard ancló todo con ritmos precisos y vivos, incluso cuando la producción los reduce a lo esencial.

El álbum abre con "Child of the Universe", un grito de auxilio para los más vulnerables, mostrando el compromiso social y la sensibilidad que caracterizan al grupo. Es un himno de desesperanza y resiliencia que captura perfectamente la esencia de Barclay James Harvest: belleza melódica con un trasfondo crítico. "Negative Earth" nos transporta a un paisaje más introspectivo, mientras que "Paper wings" ofrece una explosión emocional que deja una huella indeleble. El lado más accesible de la banda se encuentra en "Crazy city", una crítica al caos urbano revestida en un envoltorio casi pop.

El tramo final del álbum nos lleva a un terreno más íntimo y reflexivo. La conexión entre "Poor boy blues" y "Mill boys" muestra su faceta folk, un guiño a sus raíces más sencillas y humanas. Finalmente, "For no one" cierra con una intensidad desgarradora, un anti-himno de guerra que encuentra belleza en la desesperación. Es una canción que resume la madurez del grupo, no solo en términos musicales, sino también líricos, consolidando su lugar en el panteón del rock progresivo.

En conclusión, Everyone Is Everybody Else es más que un álbum; es un viaje intenso que nos invita a enfrentar nuestras propias contradicciones y fragilidades. Con su lirismo poético y su instrumentación contenida pero potente, este trabajo demuestra que todos somos, en última instancia, parte de un mismo tejido humano. Es un recordatorio de que, aunque únicos, somos inextricablemente parte del otro. Como la melodía final, este álbum resuena más allá de las notas, en el alma misma de quien lo escucha.

ZZEBRA (1974)

En el universo infinito del jazz rock y el progresivo, donde el virtuosismo se funde con la experimentación, surge Zzebra en 1974. Este álbum homónimo es un viaje policromático que abraza ritmos africanos, vientos arrolladores y guitarras que rasgan el aire como un animal salvaje. Desde el inicio con "Cobra woman", cada nota palpita con la intensidad de un latido, transportándonos a una jungla sonora donde la tradición africana y la modernidad occidental entrelazan sus raíces.

Cada pista es un mosaico cuidadosamente ensamblado. "Mr J." resuena como un paseo funk en un laberinto de bronces vibrantes, mientras "Mah Jong" es un hechizo que combina la cadencia del jazz y la fluidez del rock progresivo. Pero es en "Ifé" donde Zzebra alcanza su ápice emocional: un homenaje a la madre África que serpentea entre percusiones hipnóticas y saxofones que susurran secretos ancestrales. La versatilidad de la banda se despliega con una audacia casi teatral en "Spanish fly", donde ecos de flamenco y melodías orientales se funden en un abrazo musical irresistible.

El disco es un testamento al poder de la improvisación y la conexión visceral entre sus músicos. En "Hungry horse", cada instrumento parece competir y colaborar a la vez, como si cada nota fuera un destello de luz en un caleidoscopio en movimiento. Terry Smith, con su guitarra, nos lleva al límite de lo posible, mientras que el saxofón de Dave Quincy y la percusión de Loughty Amao construyen un puente entre continentes. La magia de Zzebra no radica solo en su técnica impecable, sino en su capacidad de evocar paisajes sonoros virtuosos y etéreos.

El debut de Zzebra es un desafío a las etiquetas y una celebración de la diversidad sonora. Aunque no alcanzó el reconocimiento masivo que merecía, su legado brilla como una joya escondida en el panteón del jazz rock y el progresivo. Es un álbum que no solo se escucha, sino que se vive; un recuerdo de que la música puede ser un viaje hacia lo desconocido, siempre y cuando estemos dispuestos a dejar que su rugido eterno nos guíe.

martes, enero 21, 2025

STEVE HACKETT: WILD ORCHIDS (2006)

Desde el primer acorde de Wild Orchids, Steve Hackett nos invita a un viaje musical fascinante, donde cada pista se convierte en un universo único. Este álbum, con una fusión magistral de estilos, es una prueba más de la genialidad de Hackett, quien demuestra que, a lo largo de su carrera, nunca ha dejado de reinventarse. Desde la apertura con la misteriosa “A dark night in Toytown”, el oyente es transportado a un terreno que mezcla orquestaciones clásicas, riffs eléctricos y ecos de sus raíces progresivas, en una narrativa musical que se siente tan épica como íntima.

El álbum logra un balance extraordinario entre la intensidad y la sutileza. Temas como "Down street", con su atmósfera casi cinematográfica, y "Waters of the wild", impregnada de influencias orientales, nos llevan a terrenos sonoros inexplorados. Por otro lado, temas como "Set your compass" y "To a close" exploran el lado más delicado y melancólico de Hackett, donde su guitarra acústica se combina con arreglos de cuerdas que evocan una belleza casi palpable. La inclusión de la Underworld Orchestra aporta una profundidad adicional, haciendo de este álbum una obra que trasciende géneros.

En términos emocionales, Hackett no deja ninguna piedra sin voltear. Su versión de “Man in the long black coat” de Bob Dylan es una interpretación sombría y conmovedora que añade un giro personal a una pieza ya poderosa. Composiciones como “Wolfwork” y “She moves in memories” destacan por su capacidad de combinar arreglos complejos con un lirismo que toca el alma. Cada tema es un recordatorio de que Hackett no solo es un guitarrista virtuoso, sino un narrador musical que utiliza su instrumento para expresar lo indecible.

Wild Orchids es, en definitiva, un caleidoscopio sonoro donde la diversidad de estilos y emociones se encuentran con la maestría de Hackett. Como un exótico este álbum florece en cada escucha, revelando nuevos matices y detalles. Es una obra que resuena tanto en la mente como en el corazón, un recordatorio de que la música, en manos de un maestro, puede ser tan ilimitada y hermosa como la imaginación misma.

MCLUHAN: ANOMALY (1972)


Cuando descubrí Anomaly, el único disco de McLuhan, fue como tropezar con una gema perdida en un océano de posibilidades sonoras. Este álbum, lanzado en 1972, contiene no solo la esencia de una época efervescente, sino también la ambición y el riesgo artístico de una banda que prefirió el arte sobre la fama. Su historia, corta pero intensa, nace en las aulas de la Universidad de Illinois en Chicago, donde David Wright, la mente maestra detrás del proyecto, concibió una idea tan vanguardista como ecléctica: fusionar música, cine y efectos sonoros en un formato que desafiaba cualquier etiqueta.

McLuhan fue un colectivo camaleónico. Su música, aunque anclada en el jazz rock y el progresivo, atraviesa texturas que recuerdan a las primeras bandas de rock progresivo británicas underground; en particular, se pueden escuchar ecos del estilo de Warm Dust en el uso de la palabra hablada y los desarrollos instrumentales, pero también a los King Crimson más melódicos o la locura orquestal de Zappa. Paul Cohn, con su magistral manejo de saxofón, clarinete y flauta, y Dennis Stoney Philips, cuya guitarra se pasea entre lo íntimo y lo explosivo, contribuyen a un sonido que parece tanto europeo como profundamente americano. En temas como "The monster bride", la banda muestra su inclinación por lo teatral y un clima que parece evocar un cabaret oscuro, lleno de ironía y tensión.

Lo que más impacta es la capacidad de Anomaly para ser accesible y complejo al mismo tiempo. Temas como "Spiders (in Neal's basement)" y "Witches theme and dance" juegan con dinámicas que oscilan entre lo frenético y lo delicado. La sección de vientos aporta una calidez que recuerda a Chicago, pero aquí se filtra a través de una lente más experimental y menos comercial. Las influencias británicas están presentes, pero no como un eco; son reinterpretadas con una sensibilidad única que las hace nuevas, frescas.

La evolución de la banda fue tan fugaz como su existencia. McLuhan nunca llegó a presentar este álbum en vivo, y quizás ese anonimato contribuyó a su estatus de culto. No puedo evitar preguntarme cómo habría evolucionado su sonido si hubieran tenido la oportunidad de seguir explorando. Sin embargo, esa inconclusión le da al disco un carácter casi mítico, como si estuviera destinado a ser una obra única, irrepetible.

En definitiva, Anomaly no es solo un disco: es una experiencia, un manifiesto artístico que invita a perderse y encontrarse en sus laberintos sonoros. Si aún no lo has escuchado, te invito a sumergirte en esta obra maestra. McLuhan fueron un audaz relámpago sonoro, breve pero fascinante, que se apagó demasiado pronto.

lunes, enero 20, 2025

ZOMBI: COSMOS (2004)


El álbum debut de Zombi establece con claridad la esencia del dúo norteamericano conformado por Steve Moore y Anthony Paterra. Originarios de Pittsburgh, Pennsylvania, estos músicos se inspiran en el legado de bandas sonoras de los años 70 y 80, evocando nombres icónicos como Goblin, John Carpenter o Tangerine Dream. Desde el inicio, Moore y Paterra consolidan una propuesta que mezcla sintetizadores analógicos, percusión precisa y líneas de bajo contundentes, unificando influencias del rock progresivo y la música electrónica en una narrativa instrumental que remite sin paliativos al cine de terror italiano y la ciencia ficción.

La estructura del álbum revela una evolución calculada que transita desde temas iniciales más dinámicos como "Orion" y "Cetus", hacia composiciones expansivas y atmosféricas como "Serpens" y "Taurus". En "Gemini", para mí el corazón del disco, el grupo despliega una riqueza sonora que mezcla fluidez de teclados, percusiones intrincadas y texturas melódicas, mostrando su capacidad para fusionar estilos como el jazz-funk y el krautrock. La obsesión por la tecnología analógica y la habilidad para emplearla de manera contemporánea hacen de este álbum un tributo a la era dorada de los sintetizadores, sin caer en la mera nostalgia.

En términos expresivos, Cosmos es un ejemplo de cómo Zombi utiliza la música como lenguaje para narrar historias abstractas. La ausencia de voces permite a los instrumentos desarrollar un discurso propio, donde los ritmos pulsantes y las atmósferas envolventes evocan viajes intergalácticos y paisajes cósmicos. Cada pista contribuye a un imaginario colectivo en el que la tensión, el misterio y la maravilla se entrelazan, transportando al oyente a un universo sonoro que resulta a la vez familiar y novedoso.

Con Cosmos, Zombi no solo reinterpreta el sonido de sus influencias, sino que lo lleva un paso más allá, creando una experiencia inmersiva y cautivadora. La síntesis entre lo mecánico y lo orgánico, lo retro y lo moderno, convierte este álbum en una obra fundamental para quienes buscan explorar la frontera entre el rock progresivo y la música electrónica. Al igual que un cometa que surca el cielo nocturno, Cosmos ilumina fugazmente un rincón único del panorama musical contemporáneo, dejando una huella indeleble en quienes os atreváis a mirar hacia las estrellas.

domingo, enero 19, 2025

WLUD: CARRYCROCH' (1978)

En las fronteras entre Francia y Alemania, en la pintoresca ciudad de Colmar, surge Wlud en 1978, una banda fugaz pero memorable del rock progresivo instrumental. Compuesta por Philippe Wendling en teclados, Bernard Labroche en guitarra, Gigi Untersinger en bajo y Gianni Drago en batería, este cuarteto fusionó su alta formación musical en un sonido que evocaba tanto la sofisticación sinfónica como cierto dinamismo del jazz-rock. El nombre de la banda, formado por las iniciales de los apellidos de sus miembros, ya sugería la simbiosis creativa de este grupo que, aunque breve en su trayectoria, dejó una huella perdurable en la escena progresiva con su debut Carrycroch'.

Desde el inicio con "Amazone", el álbum despliega un universo sonoro lleno de intrincadas texturas melódicas. Las líneas de guitarra de Labroche fluyen con un lirismo que en momentos llega a recordar a Camel, mientras que los excelentes teclados de Wendling exploran paisajes etéreos y vibrantes. En "Carrycroch'", tema homónimo y pieza central del álbum, la banda muestra su capacidad para equilibrar la intensidad instrumental con una narrativa musical cautivadora. Las influencias de Gentle Giant y Return to Forever se perciben en los dinámicos diálogos entre la guitarra, el órgano y el piano eléctrico, mientras que la base rítmica, aunque discreta, sostiene con solidez el andamiaje sonoro.

En "Holiday maker" y "Remember song", Wlud despliega su habilidad para tejer momentos de tensión melódica con pasajes de energía desbordante. Las improvisaciones jazzy y los toques sinfónicos se entrelazan de manera fluida, creando una atmósfera que transporta al oyente a un viaje sensorial. La elegancia de "Sweet bridge", con sus casi diez minutos de duración, destaca por su complejidad estructural y el virtuosismo de cada miembro.

Carrycroch' es un tributo a la persistencia del espíritu progresivo en tiempos difíciles para el género. Aunque no innova radicalmente, su capacidad para combinar elementos sinfónicos, jazz-rock y toques espaciales lo convierte en una joya digna de exploración. La poética instrumental de Wlud, sin palabras, pero llena de significado, invita a soñar con paisajes imaginarios y mundos lejanos. Este álbum es una celebración de la música como un lenguaje universal y una recomendación obligada para los amantes del progresivo más auténtico.

DARYL STUERMER: GO!

Daryl Stuermer, conocido por su virtuosismo como guitarrista de Genesis y colaborador de Phil Collins, reafirma su maestría en Go! (2007), un álbum que captura su esencia como músico y su capacidad para fusionar géneros con destreza. Desde sus días con Jean-Luc Ponty hasta su papel como pilar en los escenarios del rock progresivo, Stuermer ha sido una figura influyente en la música instrumental. Go! no solo consolida su carrera solista, sino que también se convierte en un estandarte de su madurez artística, explorando sonidos que oscilan entre la fusión jazzística, el rock progresivo y la experimentación melódica.

El álbum se abre con "Striker", una explosión de energía que establece el tono vibrante de la obra. Temas como "Masala mantra" y "Meltdown" exhiben una faceta más oscura y contundente, con influencias orientales y un enfoque rockero que se entrelaza con la frenética fusión que define el estilo de Stuermer. Su guitarra, ágil y emotiva, lidera la narrativa musical mientras los músicos invitados, como Leland Sklar en el bajo y John Calarco en la batería, aportan texturas dinámicas que enriquecen cada composición. Este es un álbum que invita al oyente a sumergirse en un viaje sonoro lleno de giros inesperados y momentos de brillantez instrumental.

El contraste en Go! es fascinante. Piezas como "Dream in blue" y "Heavy heart" ofrecen respiros melódicos que equilibran la intensidad de cortes más vibrantes como "Greenlight" y "The archer". Stuermer demuestra un dominio absoluto no solo de la técnica, sino también de la emoción, construyendo paisajes que evocan tanto energía como introspección. Su capacidad para integrar elementos progresivos con pasajes de jazz fusión y un toque contemporáneo convierte al álbum en una experiencia auditiva rica y compleja, donde cada escucha revela nuevos detalles.

Go! es más que un regreso a las raíces de Stuermer; es un testimonio de su vigencia y creatividad tras décadas en la música. En sus notas late la pasión de un artista que transforma la técnica en poesía. Este álbum, cargado de fuerza y sensibilidad, es un viaje donde cada acorde traza un mapa hacia lo desconocido, demostrando que la música instrumental puede ser tan cautivadora, poética y expresiva como la palabra más elocuente.

PLANET X: MOONBABIES (2002)

Cuando Planet X lanzó MoonBabies, el trío formado por Derek Sherinian (teclados), Virgil Donati (batería) y Tony MacAlpine (guitarra) reafirmó su dominio en el territorio del rock instrumental progresivo. La banda venía con el ímpetu de su aclamado directo Live From Oz, y esta nueva entrega no solo cumplió las expectativas, sino que las superó con creces. Las diez composiciones que integran el álbum son una odisea sonora que combina técnica impecable, creatividad desbordante y una atmósfera futurista que invita al oyente a explorar mundos desconocidos.

El disco abre con la intrigante "MoonBabies", que establece de inmediato el tono experimental del álbum. Una secuencia mecánica da paso al virtuosismo de Sherinian, quien teje una base que MacAlpine enriquece con un vuelo melódico arrollador. Donati, siempre preciso, agrega un toque de complejidad con ritmos que desafían las convenciones. Este tema inicial funciona como un microcosmos del disco: un juego constante entre caos controlado y armonía que mantiene al oyente al borde de lo inesperado.

Cada tema en MoonBabies tiene su propio carácter distintivo. "The noble savage" coquetea con el jazz antes de adentrarse en riffs metálicos llenos de energía, mientras que "Ataraxia" destaca por su aire futurista y los hipnóticos ecos de sintetizador. Donati se luce con su dominio de los ritmos sincopados y su capacidad para crear paisajes sonoros precisos, llevando cada pieza a un nivel de dinamismo que pocos bateristas logran igualar. El trío demuestra su maestría al entrelazar estilos y emociones, logrando un equilibrio entre técnica y sensibilidad que es tan raro como emocionante.

Los cortes intermedios refuerzan esta narrativa musical. En particular, "Interlude In Milan" presenta un truco a lo Robert Fripp: un caos aparente que, tras un giro maestro, encuentra coherencia y sentido. Esta habilidad para desconcertar y luego deslumbrar al oyente es una de las mayores fortalezas del álbum. Por otro lado, "Ground Zero" lleva la exploración espacial a un nivel auditivo, con cada instrumento contribuyendo a una narrativa que evoca una nave en pleno conflicto interestelar. El cierre, con "Ignotus Per Ignotium", es un digno broche que conecta con el pasado de la banda y deja al oyente con ganas de más.

MoonBabies es un viaje cósmico donde el hard progresivo se tiñe de fusión en cada arista, creando un caleidoscopio sonoro que desafía los límites del virtuosismo y la imaginación. Este álbum no es solo música, sino un lenguaje de sueños y galaxias, un puente entre la técnica deslumbrante y la emoción más pura. Con cada nota, Planet X nos invita a recorrer paisajes de intrincada complejidad y belleza abstracta, dejando una estela que resuena mucho después de su último acorde. Es un trabajo que no solo se escucha, sino que se siente, ideal para quienes buscan que la música no solo entretenga, sino que eleve y trascienda.


martes, enero 14, 2025

PAT METHENY GROUP: IMAGINARY DAY (1997)

Imaginary Day representa, para mí, un álbum que trasciende el jazz convencional al explorar un mosaico de influencias globales y texturas sonoras. Si bien la experimentación ha sido una constante en la música de Metheny, en este trabajo se evidencia un nivel de eclecticismo y cohesión pocas veces alcanzado. Desde el inicio con el tema que da nombre al álbum, la propuesta es clara: invitar al oyente a un viaje sonoro que cruza fronteras culturales y estilísticas, pasando del raga rock al jazz más vanguardista, de la samba al flamenco, y regresando con destellos de tradición celta.

Lo que distingue a Imaginary Day de otros trabajos del grupo es su capacidad para mantener el equilibrio entre lo accesible y lo innovador. Canciones como "Follow me" y "A story within a story" reflejan el talento de Metheny y Lyle Mays para tejer melodías memorables, mientras que piezas como "The roots of coincidence" rompen con cualquier expectativa previa, incorporando elementos electrónicos y un enfoque casi industrial. Este dinamismo no solo subraya la versatilidad del grupo, sino que también desafía al oyente a salir de su zona de confort.

Uno de los aspectos más fascinantes de este álbum es cómo logra integrar influencias multiculturales sin perder la esencia del grupo. Temas como "The heat of the day" incorporan ritmos y estructuras asiáticas, mientras que "The awakening" ofrece un guiño a las raíces celtas. Sin embargo, lo más destacable no es la presencia de estas influencias, sino la forma en que se entrelazan con la identidad musical de Metheny, creando un lenguaje sonoro universal que trasciende géneros y culturas. Este enfoque no solo amplía el alcance del jazz, sino que también refuerza su relevancia en un mundo cada vez más globalizado.

Imaginary Day es más que un álbum; es una experiencia. Es un trabajo que desafía tanto al oyente casual como al conocedor del jazz, ofreciendo capas de complejidad y belleza que se revelan con cada escucha. Para mí, este álbum es un recordatorio de que la música puede ser tanto un refugio como un portal hacia lo desconocido, y Metheny, con su grupo, demuestra una vez más que el jazz puede ser tan innovador y emocionante como cualquier otro género.


RIVERSIDE: EYE OF THE SOUNDSCAPE (2016)

Eye of the Soundscape marca un punto singular en la discografía de Riverside, tanto por su contenido musical como por el contexto en el que fue creado. Este álbum, concebido inicialmente como una exploración de territorios electrónicos y atmosféricos, se convirtió tras la muerte de Piotr Grudziński en un homenaje póstumo a su memoria. Es un trabajo que se distingue de las entregas anteriores de la banda, ya que prioriza la ambientación y la introspección sobre las estructuras más tradicionales del rock progresivo que habían definido su trayectoria hasta ese momento.

En comparación con álbumes como Second Life Syndrome o Anno Domini High Definition, que son ejemplos del sonido progresivo enérgico y conceptual de la banda, Eye of the Soundscape adopta un enfoque más minimalista y etéreo. Las guitarras, aunque presentes, se entrelazan sutilmente con capas de sintetizadores y ritmos electrónicos, creando un paisaje sonoro que evoca tanto melancolía como serenidad. Las influencias de Pink Floyd o Tangerine Dream, aunque siempre latentes en el ADN de Riverside, emergen aquí con mayor claridad, acercando el trabajo a un público amante de los sonidos ambientales y espaciales.

Este álbum no solo es un homenaje musical, sino también emocional. La grabación de pistas como "Promise", que destaca por su guitarra acústica cargada de sentimiento, refleja el proceso de duelo de Mariusz Duda, que sufrió la pérdida de Grudziński y de su padre durante el mismo período. Además, las "Night Session", divididas en dos movimientos, destacan por su capacidad para transformar piezas inicialmente concebidas como bonus tracks en experiencias musicales completas, demostrando la madurez artística de la banda.

La transición de Riverside tras la muerte de Grudziński es evidente en este disco. Si bien la banda optó por no reemplazarlo como guitarrista, Eye of the Soundscape es un testimonio del impacto de su legado. A diferencia de trabajos posteriores como ID.Entity (2023), que muestran un sonido más renovado y enfocado en la reconstrucción de la identidad del grupo, este álbum se percibe como un cierre, un punto de inflexión donde la nostalgia y la experimentación coexisten.

Como conclusión diría que estamos ante un álbum único dentro de la discografía de Riverside, tanto por su carácter experimental como por la carga emocional que lo impregna. Aunque no representa el típico sonido de la banda, funciona como un puente entre el pasado y el futuro, un homenaje sincero a Grudziński y una muestra del potencial creativo de la banda en territorios menos explorados. 


lunes, enero 13, 2025

STORM: ETERNAL YOUTH (2024, 5 LUNAS PRODUCCIONES)


La legendaria banda sevillana, pionera del hard rock en España desde los años 70, ha demostrado una vez más su vitalidad con Eternal Youth. Este álbum, el sexto de su carrera, no sólo rescata el espíritu vibrante que les hizo destacar hace cinco décadas, sino que lo revitaliza con un enfoque renovado, integrando elementos contemporáneos y colaboraciones de figuras relevantes del rock andaluz actual. Desde el primer acorde, queda claro que Storm no ha perdido un ápice de su esencia, esa mezcla única de potencia, melodía y experimentación que les valió el apodo de los "Deep Purple españoles".

En Eternal Youth, Storm rinde homenaje a su legado al reimaginar piezas emblemáticas como "Experiencia sin órgano", transformada en "Experiencia completa", y "El Día de la Tormenta", ahora con arreglos y tempos más ambiciosos, que incluyen un sintetizador como protagonista melódico. Estas revisiones, lejos de ser simples ejercicios de nostalgia, reafirman la relevancia del sonido clásico de Storm en la actualidad. Además, temas como "Oveja negra" y "No es el final", bonus track incluido en el álbum, consolidan la fusión entre el rock duro setentero y el sinfonismo andaluz, mostrando una evolución coherente con sus raíces.

El álbum también destaca por sus colaboraciones: Dani Escortell, bajista de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, y Manuel Martínez, vocalista de Medina Azahara, aportan su estilo característico a canciones que oscilan entre la energía cruda y la introspección. La producción, llevada a cabo en un estudio de primer nivel en Sevilla, refuerza la calidad sonora, con un uso magistral del órgano Hammond y un diseño instrumental que roza la perfección. Este compromiso con la excelencia técnica y creativa refleja la filosofía de Storm: mantenerse fiel a sus principios mientras exploran nuevos horizontes.

Para los seguidores de Storm, Eternal Youth es más que un álbum: es una declaración de intenciones y una celebración de su capacidad para trascender el tiempo. Cada canción, desde la épica "5 Lunas", dedicada a su mánager y alma mater de 5 Lunas Producciones, hasta la melancólica "In Memoriam", demuestra que la juventud eterna no es solo un concepto, sino una actitud. En este disco, Storm confirma su lugar como una de las bandas más influyentes del panorama rockero español, dejando claro que, aunque el tiempo pase, su legado permanece tan vigente y poderoso como siempre.

CD: https://5lunas.net/producto/storm-eternal-youth-cd/

LP: https://5lunas.net/producto/storm-eternal-youth-lp-vinilo-verde-neon/

ARENA: LIVE (2004)

El álbum doble, grabado durante la gira del aclamado Contagion, es una muestra excepcional del poderío escénico de Arena, banda británica de rock progresivo formada en 1995. Con un enfoque mayoritario en el material del álbum Contagion (2003) en el primer disco, y una selección de éxitos representativos de su carrera en el segundo, este lanzamiento captura a Arena en un punto álgido de su trayectoria, consolidando su reputación como un grupo que brilla tanto en el estudio como en el escenario.

El primer disco se centra, como digo, casi exclusivamente en Contagion, presentando doce de sus temas en una interpretación vibrante que destaca por su intensidad y energía renovada. Temas como "Witch hunt" y "Riding the tide" resplandecen en esta versión en vivo, gracias a los poderosos riffs de John Mitchell y la base rítmica impecable de Mick Pointer e Ian Salmon. La interpretación vocal de Rob Sowden añade un toque distintivo, combinando fuerza y emoción que, aunque diferente del álbum de estudio, resulta igualmente cautivadora. Esta aproximación más cruda y robusta confiere una nueva dimensión al material, manteniendo su esencia narrativa y atmosférica.

El segundo disco ofrece una perspectiva más amplia del catálogo de Arena, explorando clásicos como "Solomon", "The butterfly man" o "Jericho". Aquí, la banda muestra su versatilidad, alternando entre momentos épicos y pasajes íntimos con fluidez. La selección general resulta convincente, ofreciendo un recorrido nostálgico y potente por la evolución musical de Arena. Si bien la producción es generalmente impecable, hay que apuntar un exceso de eco en las voces en distintos momentos y un sonido de teclado a veces sobrecargado, aunque esto no empaña significativamente la experiencia global.

La habilidad instrumental de la banda es evidente en cada pista. Clive Nolan aporta texturas ricas con sus teclados, mientras Mitchell demuestra su maestría tanto en solos como en acompañamientos rítmicos. Aunque la ausencia de un segundo guitarrista podría ser notable en ciertas partes, el grupo compensa con interpretaciones cohesionadas y dinámicas. En general, el álbum captura la energía enérgica y la pasión que definen a Arena en vivo, ofreciendo una experiencia auditiva intensa y emocionalmente resonante.

En conclusión, este doble registro es una recomendación obligada para los aficionados al rock progresivo y especialmente para los seguidores de Arena. Con una mezcla equilibrada de fuerza, técnica y emotividad, este álbum en vivo no solo celebraba el legado de Contagion sino que también actúa como un testimonio del talento y la química de una banda en la cima de su forma artística.

domingo, enero 12, 2025

GENESIS: WHEN IN ROME 2007 (2008)

When in Rome documenta el épico concierto de Genesis en Roma, donde más de medio millón de seguidores presenciaron un evento cargado de nostalgia y virtuosismo. Este DVD es una muestra de la capacidad del grupo para conectar con su audiencia a través de una mezcla de clásicos del rock progresivo y éxitos comerciales, acompañado de una puesta en escena impresionante. Con Tony Banks, Phil Collins y Mike Rutherford al frente, la banda cerró su carrera con un espectáculo memorable, aunque no exento de críticas por algunas decisiones artísticas.

Uno de los puntos fuertes del DVD es la poderosa introducción con “Duke’s intro” y los emotivos momentos del medley “In the cage”, que incluyen clásicos como “Cinema show” y “Duke’s travels”. Estos pasajes destacan tanto por la ejecución técnica como por la respuesta del público, que se muestra completamente conectado con la banda como por ejemplo el efecto dominó en “Domino”. También se destacan momentos visuales impactantes, como el  vibrante dúo de percusión entre Collins y Chester Thompson, “Conversation with 2 stools”  que se cierra con un espectacular “Los Endos”.

When in Rome destaca por su impresionante diseño visual. Las pantallas gigantes, los juegos de luces y la interacción con el público realzan la experiencia del concierto, aunque algunos detalles técnicos, como la falta de primeros planos en los solos, puedan decepcionar a los aficionados más atentos. A pesar de estas críticas, el documental que acompaña al DVD proporciona una visión fascinante del proceso de producción, desde los ensayos hasta la monumental tarea de coordinar un espectáculo de esta magnitud.

En resumen, When in Rome es tanto un homenaje a la trayectoria de Genesis como una emotiva despedida. Aunque no logra satisfacer completamente a los fanáticos más puristas (el solo de guitarra en “Firth of Fifth” los lleva de calle, lo cual no es para tanto), su mezcla de nostalgia, maestría técnica y un espectáculo visual de primer nivel lo convierten en un imprescindible para cualquier seguidor de Genesis. Si este DVD representa el último acto de Genesis, es un final digno para una de las agrupaciones más influyentes en la historia del rock (*).

(*) Cierto que tras When in Rome, Genesis volvieron a pisar las tablas con The Last Domino? Tour (2021-2022), su gira de despedida definitiva. Con Phil Collins, Tony Banks y Mike Rutherford como núcleo, y Nic Collins en la batería debido a los problemas de salud de su padre, la banda ofreció conciertos cargados de nostalgia, abarcando tanto su etapa progresiva como la comercial. A pesar de las limitaciones físicas de Collins, los espectáculos fueron emotivos y bien recibidos, culminando el 26 de marzo de 2022 en Londres, en un evento que marcó el cierre oficial de una de las bandas más influyentes del rock. No obstante, no hay testimonio en directo de larga duración publicado oficialmente a excepción de un documental, The Last Domino? (2021), publicado exclusivamente en los Estados Unidos en el que se incluyen entrevistas y ensayos en escenario para la gira postrera.