Este primer álbum en directo de
Hackett define no solamente su virtuosismo musical, sino también su capacidad
para entrelazar épocas y emociones con una destreza sin igual. Grabado en dos
escenarios diferentes, Nottingham en 1990 y Nueva York en 1981, este álbum
combina lo mejor de su carrera inicial, con una selección de temas que no solo
exploran su faceta solista, sino también sus raíces en Genesis. Es fascinante
escuchar cómo Hackett reinterpreta piezas clásicas como "Ace of wands"
y "Everyday", infundiéndoles una energía renovada y una sensibilidad
técnica que solo el directo puede capturar. En esta obra, no solo es el
guitarrista quien brilla, sino también su elenco de músicos, como John Hackett,
cuyo manejo de la flauta añade matices etéreos, y Ian Mosley, que más tarde
consolidaría su lugar en Marillion, dejando su sello rítmico.
Lo que distingue a Time Lapse de otros discos en vivo de
Hackett es su capacidad para ofrecer una narrativa dual. Las grabaciones en
Nottingham presentan un sonido robusto, casi cinematográfico, en piezas como
"Camino Royale", mientras que las de Nueva York transmiten una
intimidad casi palpable, especialmente en "Jacuzzi". El diálogo entre
las grabaciones de diferentes épocas resalta la evolución artística de Hackett,
pero también su habilidad para mantener un núcleo emocional constante en su
música. Además, temas como "In that quiet earth", reinterpretado aquí
con un enfoque más melódico gracias al toque místico del pasaje de flauta, nos
recuerdan por qué Hackett fue una pieza clave en el sonido progresivo de
Genesis.
Más allá de la destreza técnica y
la nostalgia que evocan estas grabaciones, Time
Lapse también se siente como un tributo a la camaradería musical. Fudge
Smith, después en Pendragon, con su precisión en la batería, y Chas Cronk,
bajista habitual de Rick Wakeman, aportan un dinamismo que eleva el repertorio.
La química entre los músicos no es solo evidente, es el corazón del álbum. Cada
solo, cada transición y cada matiz están impregnados de una energía colectiva
que trasciende la mera ejecución técnica. Es una oda a la creatividad colaborativa,
donde los límites entre líder y acompañantes se desdibujan para crear algo
verdaderamente mágico.
Lo verdaderamente emotivo de Time Lapse no radica sólo en su valor como documento histórico de una carrera prolífica, sino en su capacidad para conectarnos con lo atemporal. Al cerrar con "Clocks-The Angel of Mons", Hackett nos recuerda que su música no pertenece únicamente al pasado; su esencia sigue viva, resonando con el mismo impacto en cada generación que la descubre. Este álbum no solo es una celebración de su legado, sino también una prueba de cómo la música tiene el poder de unir épocas y conmover profundamente a quienes la escuchan. Para cualquier amante de la música progresiva o cualquier oyente en busca de momentos de pura inspiración, Time Lapse es una invitación a viajar en el tiempo con la música como único mapa.
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