Daryl Stuermer, conocido por su
virtuosismo como guitarrista de Genesis y colaborador de Phil Collins, reafirma
su maestría en Go! (2007), un álbum
que captura su esencia como músico y su capacidad para fusionar géneros con
destreza. Desde sus días con Jean-Luc Ponty hasta su papel como pilar en los
escenarios del rock progresivo, Stuermer ha sido una figura influyente en la
música instrumental. Go! no solo
consolida su carrera solista, sino que también se convierte en un estandarte de
su madurez artística, explorando sonidos que oscilan entre la fusión
jazzística, el rock progresivo y la experimentación melódica.
El álbum se abre con "Striker",
una explosión de energía que establece el tono vibrante de la obra. Temas como
"Masala mantra" y "Meltdown" exhiben una faceta más oscura
y contundente, con influencias orientales y un enfoque rockero que se entrelaza
con la frenética fusión que define el estilo de Stuermer. Su guitarra, ágil y
emotiva, lidera la narrativa musical mientras los músicos invitados, como
Leland Sklar en el bajo y John Calarco en la batería, aportan texturas
dinámicas que enriquecen cada composición. Este es un álbum que invita al
oyente a sumergirse en un viaje sonoro lleno de giros inesperados y momentos de
brillantez instrumental.
El contraste en Go! es fascinante. Piezas como
"Dream in blue" y "Heavy heart" ofrecen respiros melódicos
que equilibran la intensidad de cortes más vibrantes como
"Greenlight" y "The archer". Stuermer demuestra un dominio
absoluto no solo de la técnica, sino también de la emoción, construyendo
paisajes que evocan tanto energía como introspección. Su capacidad para
integrar elementos progresivos con pasajes de jazz fusión y un toque
contemporáneo convierte al álbum en una experiencia auditiva rica y compleja,
donde cada escucha revela nuevos detalles.
Go! es más que un regreso a las raíces de Stuermer; es un testimonio de su vigencia y creatividad tras décadas en la música. En sus notas late la pasión de un artista que transforma la técnica en poesía. Este álbum, cargado de fuerza y sensibilidad, es un viaje donde cada acorde traza un mapa hacia lo desconocido, demostrando que la música instrumental puede ser tan cautivadora, poética y expresiva como la palabra más elocuente.
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