Antoine Fafard: Occultus Tramitis
País: Canadá
Género: jazz rock, fusión instrumental
Sello: Unicorn Digital
Fecha de publicación: 15 de mayo
de 2013 (descarga digital), 1 de junio de 2013 (físico)
Temas:
- Peace for 4
- The chamber
- 13 good rehaznos
- Sum of six
- Holding back time
- Fur & axes
- Funkevil
- Tree O
- Slydian
- Methamorphosis
- Prelude No. 2 in C minor
Formación:
Antoine Fafard: bajo
Músicos invitados:
Sylvain Bolduc: bajo
Terry Bozzio (Jeff Beck, Frank Zappa, Missing
Persons): batería en 5
Emmanuelle Caplette: batería en 8
Magella Cormier: batería en 9 y
10
Jerry de Viliers Jr.: guitarra en
4 y 5
Jerry Goodman (Mahavishnu Orchestra): violin 3,
4, 5, 6, 7 y 10
Gavin Harrison (Porcupine Tree, King Crimson):
batería en 1
George Hayes: guitarra
Scott Henderson (Tribal Tech): guitarra en 2
Denis Labrosse: bajo
Martin Maheux: batería
Simon Phillips (Jeff Beck, Toto): batería en 3
Chad Wackerman (Allan Holdsworth, Frank Zappa,
Steven Wilson): batería en 4 y 6
Dave Weckl (Chick Corea, Mike Stern): batería
en 2
Jean-Pierre Zanella: saxofón 3 y
4
Segundo trabajo, tras Solus Operandi (2011), de este
compositor y bajista, Antoine Fafard, que proviene de los también canadienses Space
Out con los que grabó cinco álbumes entre 2000 y 2008, y que nos presenta un álbum de
once temas acompañado de todo un elenco de artistas que engrandece este disco
lleno de jazz rock y fusión
por todos los lados.
Amante de la guitarra clásica,
instrumento que tocó, que sigue tocando, en años anteriores, descubrió el
encanto del bajo y en 2010 hizo que Martin Petersen, un lutier londinense, le
fabricara un exclusivo instrumento de seis cuerdas y sin trastes. Este músico se revela
como un auténtico maestro en el uso de las seis cuerdas, en un estilo que puede
llegarnos a recordar al gran Jaco Pastorius, y desarrolla un conjunto completo
que rinde cuentas a un jazz rock de alta escuela, tanto por técnica como por música,
en el que la fusión progresiva, inherente en su forma de composición, hace que
el tributo sea constante a bandas de alto calibre como a la Mahavishnu Orchestra
por un lado como a Miles Davis por otro.
En este disco instrumental, como
no podía ni debía de ser de otra forma, el sentimiento está a flor de piel. Un
sentimiento que se nos desvela desde el principio, tanto en las formas melódicas,
fuertemente sustentadas por el violín de un Goodman en plena forma, como por esa técnica que el
propio músico depura en una constante progresión de ritmos y estructuras
formales. Pero existe otro sentimiento fuertemente arraigado en esta música y
es el puramente rítmico, para el cual se ha rodeado de unos músicos percusivos
de altísimo nivel que dominan un amplio rango de técnicas. El resultado es
espectacular, tanto en la forma como en el fondo, con un rock fusionado que
rinde constante tributo a la música, una música de calidad, una música con mayúsculas,
en la que la técnica se rinde a la pasión.
En definitiva, un esfuerzo que
caracteriza a un género de grandísima tradición en la que el artista, bien
rodeado de los mejores de la escena actual, se desenvuelve con endiablada
soltura. Evidentemente este es un trabajo que poco tiene que ver con el rock
progresivo (su sonido general está muy bien definido desde el principio), pero que no
desagradará a sus seguidores más amplios de miras, por tradición, por calidad y
por alma. Y si no, ¿quién de vosotros no ha gozado con UK, cuya herencia musical
proviene en gran medida del jazz rock,
o de un Bruford, como grupo, enamorado de un estilo musical imperecedero y tan
intenso? Ejemplos hay muchos y su hermanamiento es, pues, más que evidente.
Un trabajo original, sin parangón
y eterno.
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